Deporte y empresa
De unos años a esta parte se han puesto de moda en el mundo empresarial las jornadas de “coaching”. Esto del coaching viene de la palabra inglesa “coach”, que traducido al español corriente viene a ser “entrenador”. Pero aunque los ingleses lo utilizan como el entrenador en el que estamos todos pensando, los españoles, que tenemos uno de los idiomas más ricos y más hablados en el mundo, en vez de utilizar el término orientador, que creo que es más preciso, utilizamos coach que suena más “guay”, aunque los ingleses no sepan de que pepinos estamos hablando. Algo parecido ocurre con el término “parking”. Para eso semos europedos.
Estas jornadas de asesoramiento se organizan para mostrar como es el trabajo en equipo en el deporte, entre otras cosas interesantes, y así poder trasladarlo a la empresa.
Todo un acierto.
Lógicamente, estando en este magnífico blog, tomaremos como ejemplo un equipo de baloncesto, aunque podemos enfocar cualquier deporte, teniendo en cuenta que todos son deportes “en” o “de” equipo. Nadal necesita un compañero enfrente para entrenar en pista o un entrenador o preparador físico, que potencien su estado de forma, coordinados todo para un objetivo común, que es que Nadal alcance el objetivo marcado, escalar o mantenerse en la cima de la lista ATP. Victoria de equipo.
Llegado un momento nos reunimos una serie de personas que tenemos un objetivo común. Queremos crear un club o una empresa que nos permita alcanzar ese objetivo común. Vamos a buscar una rentabilidad. El club, sobre todo, deportiva, y la empresa económica.
Tenemos que llevar a cabo una serie de pasos para llegar al objetivo final que es tener un club de baloncesto en mi ciudad o poner en funcionamiento mi empresa.
Primero, tendremos que planificar. ¿Qué queremos y qué necesitamos para desarrollar nuestra idea?
Necesitamos dotar al club de un activo acorde a nuestra idea y presupuesto. En qué categoría vamos a competir, instalaciones donde llevar a cabo nuestro negocio, y también trabajadores. Necesitaremos un pabellón y necesitaremos deportistas. Estas son decisiones estratégicas que se tomaremos en el “consejo de administración” de la empresa o el club. Los jefes.
Ya hemos planificado todo. No hay grieta ninguna. Ahora vamos a plasmar la idea, vamos a organizar las cosas para que todo salga sobre lo previsto.
Hemos planificado y hemos organizado todo para que nuestra empresa funcione, pero ahora necesitamos que alguien lleve a cabo todo un poco más a pie de pista. Necesitamos una dirección que tomará las decisiones técnicas. Un director técnico para que sea el intermediario entre el consejo de administración y los trabajadores. Él será el que trate con el entrenador, que tomará las decisiones operativas, y también tratará con los jugadores, aficionados y con los agentes de los jugadores. Un directivo o un consejero no está para eso. Mejor dicho, no debería estar para eso.
Ahora ya está todo rodando. No va a salir todo como estaba previsto sobre el papel. Seguro. Se necesita un control para ir observando las posibles desviaciones que van ir produciendose a lo largo de la temporada.
Si alguien en su empresa o su club se salta alguno de estos pasos, está dificultando el camino hacia el éxito.
Planificación, organización, dirección y control son pasos imprescindibles para, sino alcanzar el éxito, si evitar el fracaso.
Por falta de espacio, lógicamente no vamos a desgranar todo lo que es el día a día del club o de la empresa, pero sabemos que habrá que hacer publicidad para vender nuestro producto o captar socios, o tendremos que llevar a cabo un labor de responsabilidad social corporativa para ser útiles a nuestra comunidad, etc. etc.
Bajamos un escalón más y nos vamos a pie de pista. Los trabajadores o los jugadores.
Imaginemos que nuestro equipo es una empresa constructora y nos encargan construir una casa y decorarla. El entrenador es el arquitecto. Lógicamente, no vamos a empezar la casa por el tejado. Algunos jugadores del equipo son los encofradores. Se necesitan unos cimientos fuertes, esto es, defensa dura y rebotes. Otros jugadores van a ser los albañiles, carpinteros, electricistas, fontaneros…Van a ir dándole forma a la casa. Construirán las paredes, tirarán cables, tuberías, puertas…Esto debe ser flexible. No quiere decir que cada jugador solo haga lo encomendado, pero si como su tarea principal. Si cada uno de los trabajadores no lleva a cabo su tarea dentro del equipo, el decorador, que es la estrella del equipo, no puede rematar la casa. Y como el entrenador no puede estar dentro de la pista, tiene a su jefe de obra, el base, que dirigirá desde dentro. El arquitecto tomará las decisiones operativas. Si la casa es una chapuza, seguramente se cambie al arquitecto primeramente.
Esta similitud, que para algunos puede parecer una tontería, hace que todos los jugadores se sientan importantes dentro del equipo. Saben que todos aportan de una forma u otra.
Con los trabajadores de una empresa, ocurre exactamente lo mismo. Todos son importantes. El éxito del empresario depende, que no se le olvide, de la capacidad de sus trabajadores, el capital humano. Para llevar a cabo su trabajo, aparte de lo económico, necesitan motivación y saber trabajar en equipo. Y ahí es donde entran estas famosas jornadas de “coaching empresarial”. Y quien mejor para explicar lo que es el trabajo en equipo que alguien que se ha formado en los valores del deporte. Sacrificio, esfuerzo, renuncia, trabajar bajo presión, trabajo en equipo, sentimiento de marca, competencia, marcarse un objetivo…son cosas que forman parte de la personalidad de los deportistas, no porque se nazca con ellos, sino porque desde pequeño los has tratado y han pasado, como un juego y de una forma natural, a formar parte de su hacer diario. El deportista es líder.
Por eso estamos viendo a tantos deportistas dando charlas en jornadas empresariales. Corbalán, Valdano o Ferrán Martínez, son algunos de los deportistas más mediáticos que están realizando esta labor de una forma profesional.
Hablando de este tema con un empresario importante, en tono de broma, me decía que su empresa organizaba este tipo de jornadas para mostrar el paralelismo entre empresa y deporte, pero que había una cosa que no había conseguido instaurar y es que, en el deporte, los jugadores saben que si no son rentables se van a la calle… y sin indemnización. Tú cobras mientras estás trabajando. Si dejas de trabajar para mí, dejas de cobrar de mi empresa. No le faltaba razón.