La era dorada
Cae la tarde en Morón, bajo el calor habitual de estas fechas. Bajo el refugio que ofrece el porche de un bar, tres amigos se reencuentran después de un par de meses. Nada es lo mismo que entonces. En la localidad Sevillana, las cosas han cambiado mucho, aunque no sea evidente. Tras los saludos de rigor y la charla acostumbrada sobre la vida con su cotidianidad, la conversación se encamina al tema más obvio: el CB Morón y su año increíble e inesperado a todas luces. Se recuerdan momentos, canastas, sufrimientos y alegrías. Y ¿Cómo no? La derrota más dulce que nadie tuvo jamás: aquella que permitió, al StarLabs Morón, ascender a primera federación en tierras ibicencas. Ninguno de los tres es capaz de explicar, muy bien, el cómo ha sucedido esto. Las expectativas se han visto superadas ampliamente. Se sabía que había plantilla para entrar en playoffs pero, salvo Luis Parejo y algunos optimistas más, nadie pensaba en el ascenso. Evidentemente, hay una serie de condicionantes y de razones, que estos tres compañeros desgranan, entre cerveza y cerveza. Las reflexiones, largas y complicadas de enumerar, nos llevaría demasiado tiempo explicarlas. Por eso, este cronista, va a intentar condensarlas en algunos puntos relevantes.
Las claves de la gloria
Claramente, la principal razón del éxito del conjunto dirigido por José Santaella, ha sido la fortaleza en casa. El Alameda se ha convertido, esta temporada, en un bastión inexpugnable casi por completo. Desde allí, los jugadores sevillanos han dominado la mayoría de sus enfrentamientos, con puño de hierro. Cuando este dominio no era apabullante y las papas empezaban a quemar, la grada tomaba protagonismo y llevaba a los suyos en volandas, como hacía mucho tiempo que no se veía por estos lares. Cabe destacar que, en estos momentos de flaqueza, el equipo sacaba a relucir el carácter y ganaban los partidos a como diese lugar. Ejemplo de ello, fue el encuentro contra Melilla Sport Capital: se resolvió, en el último segundo, con aquel palmeo agónico del señor Pablo Martín.
El saber sacarle el jugo a las piezas disponibles, ha sido importantísimo para alcanzar este inesperado logro del ascenso. Se tenía asumido que, la incorporación de Javi Marín, Rodri Gómez, y la vuelta de José Alberto Jiménez, daban una base consistente sobre la que construir el juego aruncitano. La explosión de Lionel Kouadio y el fichaje (a mitad de temporada) de Nicolás Pavrette, completaban un quinteto de garantías, capaz de competirle a cualquier rival. La duda estaba en la “segunda unidad”, jugadores que venían de la EBA, como Gastón Zalazar. Jóvenes con poca experiencia a nivel profesional, como Albert Planell o Pablo Martín. Sin obviar el caso de Rafa Santos, que llegó a Morón tras pasar un calvario de lesiones en los dos últimos años. Todo esto ponía en tela de juicio el rendimiento del banquillo moronense pero, su actuación durante toda la competición, fue espectacular. Todos y cada uno de ellos han asumido, perfectamente, su rol dentro de la estructura y han sabido dar un step-up en el momento que se ha necesitado.
Por último, es imperativo hablar de dos ítems que son la base de la pirámide y que han llevado a este grupo a convertirse en historia viva del club. El primero de ellos es ¿Cómo no? La defensa. La capacidad de sorprender a los rivales con cambios defensivos constantes, sin bajar la intensidad, ha sido la principal arma de los sevillanos desde la jornada 1 hasta el playoff final. El segundo ítem, es muy fácil de explicar y resumir; sólo hay que tomar las declaraciones de todos los miembros de la plantilla en Tablero FEB, para darse cuenta de que han sido, son, y serán, una familia. Y nadie quiere fallarle a su familia.
Una temporada histórica que, difícilmente, será olvidada, y que ha provocado que Morón de la Frontera viva una nueva era: La era dorada.
Imagen: X CB StarLabs Morón.