Recordando… baloncesto
Y es que la única verdad de esta vida es que la edad no perdona. Pero no me gusta lo que vivo ahora, en cuanto a baloncesto se refiere. Quizás sea porque me hago viejo, o quizás sea porque lo que mamé de baloncesto no es lo que veo ahora. Eso no quita que una pelota naranja y su entorno me enamore.
Pero, aunque sea de menor nivel, prefiero lo de antes. Ese reto entre colegios, esa disputa deportiva entre centros que ahora no tienen el deporte de la canasta.
Aún recuerdo cuando el baloncesto que enamoraba era el del pabellón de siempre, el que ahora llaman Pabellón Serrano Macayo. Y disculpen mi ignorancia de no saber quién fue tan erudito personaje. Pero, coño, ¿no pudiera haberse llamado Pabellón Joaquín “Quini” Pulido, Pabellón Jesús Luis Blanco o Pabellón Recuero?
Recuerdo como antaño íbamos a ver al Cáceres que deambulaba por yo qué sé que liga de baloncesto. Bien sería una tercera. Pero nuestro ídolo era un tal Recuero, quizás porque jugaba con la ventaja de ser nuestro profesor pero nos alucinaba como metía tiros desde lejos. Eran desde lejos, no había línea de tres. Y creo recordar que había un tal Del Río (corrígeme, profe) que era el que le surtía de asistencia.
Sigo recordándolo así. Un personaje al que solo le faltaba el “capirote” para parecerse a Robin Hood.
Y es que ganamos en elitismo, pero perdemos en elegancia, en valores y en competición. Y quizás sea este triste sino el que nos depare lo que tenemos.
Ya no existe el Extremadura, ni el Moctezuma (lindas batallas), ni la Hispanidad convertida ahora en otro nombre pero sin la historia del baloncesto.
Ya, Carmelitas, Josefinas, no tienen identidad deportiva propia en cuanto a baloncesto es. Ya quien no se funde con uno lo hace con otro… y lo jode.
Ya no hay ratos a las 9 de la mañana en el Extremadura, gélido de frío y sin protección para jugar un partido donde tirar al tablero, en pleno mes de enero, no era válido porque el balón resbalaba en el hielo.
Ya no hay campos como el del San Antonio, de grava, donde nos dejábamos la sangre sin importar el resto, porque ahora se protege tanto al “enano” que hacemos de él el mayor energúmeno máximo en protección.
Y sinceramente, esto es una mierda.
Me gusta ver baloncesto de competición. Joder, yo sufrí el ascenso del Cáceres a la ACB. ¡Qué coño me vas a decir a mí!
He sido entrenador del Sagrado y del San Antonio. He vivido y sufrido esto del baloncesto que ahora llaman basket. Como si no hubiera castellano amplio para definirlo.
Antes, cuando queríamos hacer algo… Como yo he hecho… Llevarme a jugadores ACB a un colegio a la fiesta de fin de curso a entregar diplomas, llámese Quique Fernández, Rod Sellers… hablabas con ellos y estaba hecho.
Ahora hay que pedir todo por escrito, con tiempo para obtener un no casi seguro. Ahora hay que tener un título en algo de lo que no disfrutas.
Y sin embargo volvemos y tenemos que acoplarnos a lo actual. Y entender que quizás lo que pasa es que somos viejos.
Recu, mi puto ídolo.
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