octubre 9, 2024

El C.B. Gran Canaria ha hecho realidad uno de sus mayores sueños, ser campeones de Eurocup. De ellos y de la “marea amarilla”. El destino nos debía una noche especial y era esta.

Fue una noche mágica, soñada y ansiada por todos. En la memoria, la anterior final contra el Khimki pero esta vez, todo era diferente.

La comunión entre afición, jugadores y club, es diferente. Desde Víctor García hasta Savané, desde Olek hasta Stevic. Este Granca, es diferente.

Estábamos destinados a cambiar la historia, a romper maleficios, a soñar a lo grande. Nos merecíamos un regalo así, este bloque, este club y esta afición, se la merecían sobradamente.

La tarde empezó como lo hacen las grandes ocasiones, con los aficionados recibiendo a los jugadores a su llegada al Arena. Había que infundir ánimos y fuerzas a este equipo para la batalla que se venía por delante. Una lucha sin cuartel en la que habría un vencedor y un vencido. Este Granca, tenía muy claro lo que quería ser.

Tras el recibimiento, la marea copaba las puertas de nuestro propio teatro de los sueños. Calentamos las voces y sonaron las arengas que debían llevar a este equipo a donde se merecía, a lo más alto. Con más ilusión que nunca, con más fe que nunca.

Nadie quería perderse esta final histórica en un Gran Canaria Arena que colgó el “todo vendido” a la velocidad de la luz. Qué fácil es cuando queremos.

Una vez dentro, nervios, muchos nervios. Todos con la cabeza en los 40 minutos que se avecinaban y ya sabemos. Había que seguir el lema de Jaka “mente fría y corazón caliente”. Teníamos que darlo todo para llevar a este Granca en volandas hasta la victoria. No era tarea fácil pero confiamos en la respuesta de la “marea amarilla” y, sobre todo, en nuestros jugadores.

Sonó, como siempre, la canción de Los Gofiones en el Arena, nuestro himno, “Ay, mi Gran Canaria”, casi diez mil almas cantando, bufandas en alto, pelos de punta, algunas lágrimas en los aficionados, preludio de que esta noche era nuestra noche.

Tras el pitido inicial, los chicos de Jaka, salieron a la cancha con ganas de demostrar por qué habían sido los mejores en la fase regular, con un Nico Brussino inaugurando el marcador de la final, triple del pibe del mate sin azúcar.

Fue un primer cuarto de respeto mutuo, canariones y turcos tanteándose en la pista. Es una final y nadie quiere cometer fallos en exceso. Los nuestros, más acertado que el Turk gracias a Shurna y AJ y, con la grada jaleando al equipo sin descanso. Qué bonito es oír rugir al Arena. El primer cuarto era nuestro y suspiramos tranquilos, uno menos, quedan tres.

El segundo cuarto de los claretianos fue de los disfrutones, con un Albicy mostrando galones y un John Shurna imperial que, con cada latigazo de su cuello al tirar, nos acercaba un poquito más al sueño europeo. ¡Cómo queremos a Padre John!

El Granca haciendo un baloncesto que parece fácil, con un juego coral digno de ver y disfrutarse. La grada, cantando más fuerte que nunca. Un paso más cerca del sueño pero aún quedaba medio partido. Había que seguir.

El cuadro grancanario se va al descanso 17 arriba pero que nadie se despiste. Los turcos no han dicho su última palabra y todo no es tan sencillo como parece.

Tocaba recargar pilas para la segunda mitad. Benditos aquellos que pudieron comer algo, muchos sólo podíamos beber agua, los nervios son los nervios y cada cual, los lleva a su manera.

Finalizado el descanso, tocó ponerse el mono de trabajo. El Turk Telecom pareció dar con la tecla mágica para frenar al Granca en el tercer cuarto, recortando hasta 18 puntos.

Sobrevoló por el Arena el fantasma de los “terceros cuartos fatídicos”, ese fantasma al que bauticé en su momento como “Gran Canaria, Pájaras del Tercer Cuarto y Asociados” pero con una gran diferencia, hoy este equipo, sabe remar contra corriente. Lucha y entrega, defendemos todos, peleamos todos los balones, no se da nada por ganado o perdido. Esto no es sólo una final, es la nuestra y queremos ganarla.

La afición turca intentaba animar a su equipo pero es difícil cuando tienes a otros que cubren tus cantos. Ellos lo saben mejor que nadie. Son los reyes en esto.

Faltan 10 minutos. Esos que te llevarán a la gloria o la oscuridad. No podían fallar, no podíamos fallar. Equipo y afición tenían que lograrlo. La tensión se respiraba en el ambiente pero la fe mueve montañas y aquí, de eso, tenemos mucho. Hay que sufrir disfrutando.

El último cuarto es de infarto, donde el Granca, a base de trabajo y esfuerzo, pico y pala, consiguió mantener a raya a los turcos. Sabiendo sufrir cuando tocaba y luchar cuando más lo necesitaba. Albicy falla dos tiros libres cruciales y, a continuación, hace un robo de balón que gana títulos, la jugada de la noche, la jugada de su vida, la de nuestras vidas.

El espíritu del CID apareció en el Arena. En nuestros corazones, Pedro Montesdeoca, nuestro Doc, Greg Stewart, Moran y tantos otros que lo han dado todo por este club, por este equipo.

La “marea amarilla” se dejó la garganta y el alma en cada jugada. Atrás quedaron esas noches donde los dos mil fieles de siempre, empujábamos al equipo. Con diez mil, todo es más fácil, más bonito. Pedro Domínguez es nuestro faro, nuestra voz, nuestra alma. Sin él, esto jamás habría sido posible.

A 15 segundos del final, esta que les escribe, tenía lágrimas en la cara, no me lo podía creer íbamos a ser campeones de Eurocup y estaba allí para vivirlo, para disfrutarlo. No era la única. Sabemos que en baloncesto, esos 15 segundos son toda una vida, pero nosotros lo teníamos, ya lo teníamos y no ha sido un camino fácil.

Y llegó el pitido final. La gloria, la locura pero bendita locura. ¡Somos campeones!

Atrás quedó el inicio de temporada del Granca, con dudas sobre tener a dos pívots de 21 y 22 años como titulares, mezclados con la experiencia de un “joven” Stevic de 39.

Muchas salidas, algunas dolorosas, y otras llegadas que igual no convencían a todos. Otras, simplemente, fueron necesarias. Como poner a los mandos del club a nuestro eterno capitán, Savané.

Después, luchar en la liga regular. Queríamos ser los mejores, necesitábamos ser los mejores. El factor cancha iba a ser determinante y Jaka lo sabía, tenía un plan y, ¡menudo plan!

Recuerdos de octavos contra el Bursasport, hueso duro de roer. Cuartos contra un París que se había ganado su puesto a pulso. Lo más duro, las semis contra la Penya, esa tenía que haber sido la final pero el destino no atiende a razones y no lo quiso así. Honor siempre a nuestros hermanos verdinegros.

Y nuestra final, sí, porque era la nuestra. Una noche mágica donde el Gran Canaria, ha hecho realidad su sueño, nuestro sueño, el sueño de toda una isla, “Ay, mi Gran Canaria”. Con las emociones a flor de piel, con lágrimas de felicidad en las gradas, en la pista. Nunca nada nos ha representado tanto como las lágrimas de Savané tras las victoria.

Ha sido un camino largo y difícil, pero ganar nunca es fácil. Hemos sabido mantener la mente fría y el corazón caliente, ¡menudo planazo, Jaka!

El resultado, más que merecido, campeones de Eurocup, rompiendo con la estadística de que el mejor de la fase regular no suele ganar la final… Ya lo decía antes, este Granca es diferente.

¿Por qué no se consiguió antes? ¿Qué faltaba? Ya lo digo yo, este grupo de jugadores. Eso es lo que faltaba, con sus aciertos y virtudes, con sus errores y sus defectos, eso es lo que faltaba. Tenían que ser ellos y no otros, esa mezcla perfecta de experiencia y juventud. Las cosas del destino, estaba escrito en las estrellas, sólo podían ser ellos.

Han escrito una página enorme en la historia de este club, con letras grandes y doradas, nos han llevado a lo más alto, los hemos ayudado a llegar a lo más alto. Somos el binomio perfecto.

 Ver, disfrutar y compartir corazón y alma con este equipo y con la marea amarilla, no tiene precio. Sus lágrimas son las mías y mi felicidad es la suya. Todos a una, la gloria es nuestra.

Con todos y para todos, los que estuvieron, los que están y los que estarán. Va por ellos, por nosotros.

Como me dijo alguien, hoy el mundo, es un poco más amarillo.

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