El partido dura 4 cuartos

En Badalona se jugó un partido que olía a derbi, a orgullo y a baloncesto vivido desde dentro, de esos que no se explican sólo con números. El Hiopos Lleida compitió de tú a tú ante el Joventut, sosteniendo la igualdad durante treinta y cinco minutos, pero un parcial de 11-0 en el tramo decisivo inclinó la balanza hacia los locales. El marcador (82-68) es duro si se mira rápido, pero el relato del partido cuenta otra cosa: el Lleida no se escondió, no renunció a su identidad y jugó con corazón en una de las canchas más históricas del baloncesto europeo.

Un partido de detalles, sudado en cada posesión

El encuentro arrancó como se esperaba: físico, tenso, caliente, con cada pase marcado por la intención de imponer territorio. La Penya empezó con el acierto de Hakanson, pero el Hiopos respondió con presión alta, piernas y orgullo, con Agada y Batemon dando ritmo, y con Ejim y Diagne dejando claro que la zona también era nuestra casa. El 20-22 del primer cuarto no fue casualidad: fue mensaje.

En el segundo cuarto la igualdad se mantuvo, pero de otra manera, más táctica, más mental. El Olímpic celebraba la presentación de su cantera y la grada se hacía grande, pero mil gargantas burdeos respondieron sin miedo, llevando un pedazo de Barris Nord hasta Badalona. Krutwig encontró posición, Batemon se encendió, y el 41-41 al descanso era el reflejo de lo que se veía: dos equipos creyendo en su baloncesto.

El tercer cuarto siguió el mismo guion: lucha cuerpo a cuerpo, defensas que mordían, puntos caros como el oro. Cuando el partido se movía, siempre era por un chispazo emocional: una transición de Agada, una lectura de Paulí, un rebote de Ejim. 57-57. Todo abierto. Todo vivo. Todo posible.

El 11-0 que marcó la diferencia

Y llegó el último cuarto, el lugar donde los partidos se atan o se rompen. El Hiopos igualó 63-63 con la sensación de estar dentro, de poder, de creer. Pero Hakanson y Hunt encontraron dos triples, justo en ese momento donde una posesión pesa como un mundo. Badalona se encendió, y la Penya, que sabe leer esos fuegos, aceleró. El 11-0 cayó como una losa. Del 63-63 al 74-63 en un suspiro. Y sí, ahí cambió todo.

No fue falta de carácter. No fue falta de fe. Fue el cansancio que llega cuando llevas casi 35 minutos peleando cada jugada como si fuera una final. El Hiopos intentó volver, pero el aro se cerró. El partido se fue escapando como agua entre los dedos.

Agada terminó con 13 puntos, Batemon con 11, Ejim y Diagne dando alma y músculo, Walden, Zoriks, Krutwig y Paulí sumando en las pequeñas cosas, esas que no siempre salen en los titulares. Pero lo más importante quedó en la grada. En esa marea burdeos que llenó Badalona, que cantó hasta el último segundo, que no necesita ganar para creer porque ya cree desde antes.

Este Lleida sigue 3-2, sigue compitiendo contra gigantes, sigue mirando de frente. Y lo hace sin renunciar a quién es. Perder en Badalona no define nada. La historia de este equipo se está escribiendo más allá del resultado. Y aún queda mucho por contar.

Ficha técnica

82 – Joventut Badalona (20+21+16+25): Hakanson (20), Hunt (24), Hanga (1), Dekker (2), Birgander (4) -equipo inicial- Vives (15), Tomic (3), Kraag (8), Drell (-), Rubio (5) y Allen (-).

68 – Hiopos Lleida (22+19+16+11): Walden (3), Zoriks (6), Paulí (2), Shurna (6), Krutwig (7) -equipo inicial-, Agada (13), Diagne (7), Ejim (11), Batemon (11), Jiménez (2) y Sanz (-).

Árbitros: Carlos Peruga, Raúl Zamorano y Andrés Fernández. Sin eliminados.

Incidencias: Partido de la quinta jornada de la Liga Endesa disputado en el Palau Olímpic de Badalona (Barcelona) ante 8.124 espectadores.

Autor: José Manuel Gómez

Foto: x (twitter) Hiopos Lleida