Pendientes de despertar.
Foto de las RRSS del club
El FC Cartagena CB afronta un nuevo examen en el Palacio con una dinámica que empieza a pesar tanto en lo emocional como en lo deportivo. La visita del Obradoiro llega en un momento delicado, entre frustración interna, calendario áspero y un equipo que todavía no ha encontrado su verdadero pulso competitivo.
El rival toma temperatura
El Obradoiro aterriza en Cartagena con un plan claro: aprovechar el contexto. Desde Galicia lo han dicho sin ambigüedades. En una semana marcada por movimientos, el club ha incorporado al base Micah Speight, una pieza llamada a ordenar el juego exterior.
El conjunto gallego mantiene su identidad: ritmo, volumen de tiro exterior y rachas que pueden romper partidos si encuentran ventajas en el perímetro. Su irregularidad defensiva convive con la capacidad de encadenar parciales explosivos, especialmente cuando algún exterior se enciende. Esa mezcla, peligrosa si no se controla el inicio, convierte este duelo en una amenaza real para un Cartagena aún sin estabilidad.
Además, la prensa gallega ha subrayado la situación: el Obradoiro viaja con la intención de «aprovechar la profunda crisis del Cartagena», un mensaje que evidencia que el rival llega con la confianza de quien se siente capaz de morder.
Cartagena, entre la frustración y el impulso que no llega
En el bando local, todo sigue prácticamente igual. Sin buenas nuevas en lo que respecta al relevo de Thomas, una ausencia que ha obligado a redibujar roles sin encontrar aún una solución clara. El discurso más reciente de Félix Alonso, en una entrevista para la SER Galicia, fue tan sincero como revelador: «no somos conscientes de los errores que cometemos y eso nos frustra». Una frase que describe el momento del equipo con una precisión certera.
La realidad es que el calendario no ha ayudado. En apenas semanas, el Cartagena ha tenido que enfrentarse a tres de los gigantes de la categoría: Estudiantes, Palencia y el propio Obradoiro. Una secuencia que desgasta, que no permite respirar y que incrementa la sensación de que el equipo aún no se suelta. El año pasado, por estas fechas, la situación clasificatoria no era mucho mejor, pero sí lo era el pulso emocional: entonces había una energía que ahora cuesta encontrar.
El reto inmediato es claro: recuperar alma. El Cartagena necesita minimizar errores propios, fortalecer su defensa y encontrar pequeñas certezas que permitan reconstruir la confianza perdida. El equipo no está compitiendo con la continuidad deseada, y la propia frustración se ha convertido en un obstáculo más que en un motor.
El Palacio como refugio
En medio de este contexto, el Palacio de los Deportes se convierte en factor diferencial. El equipo necesita público, ruido y empuje. Necesita que la grada sea esa chispa que todavía no aparece sobre la pista. La afición suele responder en los momentos delicados, y este partido pide precisamente eso: que el ambiente actúe como ancla emocional mientras el equipo busca recuperar orden, concentración y ritmo competitivo.
Cartagena no llega con las mejores sensaciones, pero con trabajo, esfuerzo y apoyo de la afición podemos mejorarlas. La visita del Obradoiro, exigente y peligrosa, puede servir como punto de inflexión. Para eso, necesita algo que todavía no ha tenido: continuidad, claridad y un pequeño golpe de suerte, ya que muchas veces ese es un factor que no se tiene en cuenta pero que también es necesario.
Sábado a las 19:00 en el Palacio.
Autor: Abraham Gallego.
Foto de las RRSS del club

