Derbi catalán en el Olímpic
 
                El Hiopos Lleida vuelve a salir a carretera para un partido que huele a tradición, a baloncesto de calle, a duelos que se recuerdan aunque el tiempo pase. Visita el Olímpic de Badalona para medirse al Joventut, en un derbi catalán que siempre lleva algo más en juego que una simple victoria. Ambos llegan 3-1, ambos sólo han caído ante el mismo rival —el Valencia Basket— y ambos saben que este encuentro puede decir mucho más de lo que se escribe en la clasificación.
Un Lleida que no renuncia a nada
Este Lleida de Gerard Encuentra viene con la confianza justa, esa que no se vuelve soberbia pero tampoco se esconde. Han ganado en el Palau, han defendido su Barris Nord como si las paredes respiraran, y han demostrado que su ascenso no es una anécdota sino un proyecto con pulso propio. Además, lo más valioso no está solo en los números, sino en la personalidad del equipo: un conjunto que juega coral, donde James Batemon, Caleb Agada, Corey Walden, Melvin Ejim y compañía saben leerse, cubrirse y aparecer en los momentos en los que el partido tiembla.
La verdad es que este inicio ha sido ilusionante, pero el vestuario no pierde el pie del suelo —y eso también es identidad—. “Paso a paso”, repite Encuentra, consciente de que la liga es larga y está llena de trampas que sólo se ven cuando ya es tarde. Pero si algo ha demostrado este equipo es que no se arruga: defiende, corre si puede, piensa si debe y compite siempre. Y es que, cuando un grupo tiene claro quién es, el resto fluye.
Badalona también llega con peso y memoria
El Joventut regresa al Olímpic después de su primera derrota del curso, pero lo hace con el respeto que se le ha ganado a lo largo de décadas. Con Ricky Rubio, Ante Tomic, Hakanson, Hanga, Vives, Decker… la Penya combina experiencia, lectura de juego y la serenidad de quienes no se precipitan. Juegan con pausa, como si tuvieran un metrónomo interno que ajusta cada posesión. Y además, este domingo el ambiente será especial: presentación de la cantera. Badalona mostrará al mundo esa fábrica infinita de niños que crecen con un balón como si fuera una extensión del corazón.
Pero el Hiopos ya sabe lo que es entrar en grandes escenarios sin pedir permiso. Lo hizo en el Palau, lo ha hecho en pistas calientes de LEB y no le tiembla la mano en estadios donde otros sólo miran arriba. El Olímpic no intimida cuando llegas acompañado: y el Lleida no viaja solo.
Se espera que más de mil aficionados burdeos vuelvan a ocupar el anillo superior del Olímpic, como el curso pasado, como si el Barris Nord se estirara hasta Badalona. Y eso pesa. Cuando un jugador mira a la grada y reconoce su casa a kilómetros de distancia, algo dentro hace clic. Ese clic, a veces, decide partidos.
El Hiopos Lleida no va a Badalona para ver qué pasa. Va a competir, a morder, a seguir creciendo y a demostrar que este proyecto no sólo tiene talento, sino también alma. Es derbi, es identidad, es ese tipo de partidos que se recuerdan incluso cuando la temporada ya se ha movido mil veces más.
Y si el Barris Nord late en el Olímpic, que nadie se sorprenda si el domingo, cuando todo se apague, la historia vuelve a escribirse en burdeos.
Autor: José Manuel Gómez
Foto: X (Twitter) Hiopos Lleida


 
                       
                       
                       
                       
                       
                      