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En medio del bullicio del Aplec, entre aromas de caragol, música de xaranga y sonrisas de peña, el Espai Fruita Barris Nord se prepara para su última gran función de la temporada. No hay drama ya en juego: el Hiopos Lleida se ha ganado con sudor y fe su billete para seguir soñando en la Liga Endesa. Pero la cita del domingo no es un trámite. Es una despedida. Y en esta ciudad, las despedidas se convierten en leyenda.

Llega Unicaja, y no cualquier Unicaja. El campeón de Copa, el campeón de Europa. Un equipo forjado para batallas mayores, con un arsenal táctico y físico que impone hasta en los silencios. Los de Ibon Navarro aterrizan con la mirada puesta en el playoff y en el Top 4, sabiendo que deben ganar y esperar tropiezos ajenos. Aunque con alguna baja importante en sus filas —Dylan, Melvin, Kendrick—, lo que traen en la mochila es dinamita: Kalinoski, Alberto Díaz, Kravish, Carter… nombres que no necesitan presentación. Pero que tampoco intimidan. Porque este Hiopos Lleida no entiende de reverencias. Solo de entrega.

El Barris Nord quiere fiesta, pero también fuego

Gerard Encuentra lo ha dicho claro: “Es uno de los mejores equipos de Europa y de la ACB, pero queremos despedirnos con una victoria”. Y en su voz no había miedo, sino respeto. El técnico leridano sabe que enfrente habrá un rival que puede adaptar su juego a cualquier escenario, pero también sabe que el Barris Nord, cuando ruge, empuja como pocos recintos en la liga. Aquí se ha visto de todo este año: remontadas imposibles, exhibiciones de Batemon, triples sobre la bocina, ovaciones eternas a Oriola, zancadas legendarias de Hasbrouck, y lágrimas —sí, lágrimas— de orgullo colectivo.

Este domingo no es solo el final de una temporada. Es la última oportunidad de decir gracias desde la pista. De brindar con los nuestros. De mirar a la afición a los ojos y decir: “Lo dimos todo. Y lo volveríamos a hacer”.

El Hiopos jugará sin red, pero con alma. Sin la tensión de la urgencia, pero con el hambre de quien quiere cerrar su historia en casa con una página brillante. Puede haber rotaciones, puede haber pruebas, puede haber táctica de laboratorio. Pero lo que seguro habrá es corazón. Porque este equipo, desde octubre hasta mayo, ha jugado con eso: corazón. Y lo ha hecho suyo.

Último rugido, primera promesa

Se acaba el curso en casa. Pero no se apaga nada. Al contrario: se enciende algo nuevo. Una llama que no entiende de presupuestos ni de rankings, pero sí de identidad. Y este Hiopos Lleida ya ha escrito su nombre con tinta firme en la élite del baloncesto nacional. Este domingo, ante uno de los grandes colosos del continente, puede rubricar su manifiesto: aquí estamos. Y vamos en serio.

El Barris Nord será una fiesta, sí. Pero también será un campo de honor. Donde los nuestros querrán despedirse a lo grande, como se despiden los valientes. Con el alma en la pista. Con la grada en pie. Y con esa sensación que solo el deporte verdadero te regala: la de formar parte de algo más grande que un partido.
Una cita con el baloncesto. Y con la memoria. Una despedida. Y un nuevo comienzo.

Foto: ACB (Photo)

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