Son Moix, la última frontera

Fotografía cedida por Fibwi Palma
El reloj corre y el corazón late más fuerte. Ya no hay margen para el error, ni tiempo para las excusas, ni espacio para mirar atrás. El Palau Municipal d’Esports de Son Moix se prepara para vivir este sábado (18:30h) una de esas noches que se escriben con mayúsculas. El Fibwi Palma Bàsquet se jugará en su propia casa y ante su gente el regreso a la Primera FEB, en el último partido de una temporada marcada por la reconstrucción, el compromiso y la esperanza. Tras caer por 68-65 en la ida de la eliminatoria final ante el Lobe Huesca La Magia, los de Pablo Cano afrontan ahora los últimos cuarenta minutos de su largo camino. Cuarenta minutos que lo decidirán todo. Cuarenta minutos para escribir historia.
Será un partido duro
La ida, disputada el pasado sábado en el Palacio de los Deportes de Huesca, fue un anticipo de la crudeza que implica una final. Ambiente hostil, tensión creciente, alternativas constantes y un marcador que se resolvió por los pequeños detalles. El Fibwi Palma dominó durante muchos minutos, llegó a ganar por once puntos y demostró que tiene argumentos de sobra para ascender, pero también cometió errores que acabaron costando caro. Ahora, con el marcador global solo tres puntos abajo, el destino del ascenso está en sus manos. Una victoria por cuatro puntos o más otorgaría el billete de vuelta a la categoría de la que descendieron hace tres años. Todo lo que se ha vivido esta temporada –los baches, los triunfos, los viajes, las lesiones, los días grises y las noches felices– conduce a este último baile. A esta batalla final.
Pablo Cano, arquitecto de esta ilusión colectiva, lo sabe. Durante el día de medios celebrado esta semana, el técnico mallorquín aseguró que el equipo llega “muy contento” por la situación que vive, convencido de que el trabajo de toda la temporada ha sido “merecedor” de esta oportunidad. Pero también fue claro: no basta con el deseo, hay que gestionar la emocionalidad de jugar una final. “Tenemos que centrarnos en lo que está bajo nuestro control, que cada uno esté en su rol y con su esencia para ayudar al equipo”, explicó, subrayando que la parte mental será tan o más importante que la táctica. Porque el rival, Lobe Huesca, también ha demostrado que no ha llegado hasta aquí por casualidad. El equipo oscense cuenta con experiencia, talento en sus exteriores y una defensa áspera que obligará al Fibwi a estar concentrado de principio a fin.
La plantilla concentrada
La plantilla del Fibwi Palma también es plenamente consciente de la magnitud del reto. Los jugadores no han tardado en alzar la voz durante la semana para apelar a la afición y al calor de una isla que lleva meses vibrando con este equipo. “La afición ha sido el MVP de toda la temporada”, confesó Pablo Cano. “El sábado volverán a serlo”, sentenció. Álex Huguet, capitán del equipo, lo resumía con claridad: “Jugar la vuelta en casa nos beneficia. Aquí jugamos mejor, con más intensidad, y la afición nos ayuda en ese sentido”. Es el sentir común del vestuario. Desde Xabi Beraza, que anticipa un “ambiente único”, hasta Patrick Spencer, que lanza una invitación directa: “Sé que en Mallorca hay mucha afición al baloncesto y lo que pido es que vengan a ayudarnos. Os estamos esperando”.
También Tiago Días, que agradeció el desplazamiento de los aficionados a Huesca, quiso insistir en la importancia de llenar Son Moix. “Es nuestro último partido. Nos lo tenemos que dejar todo en la pista”. La palabra final aparece constantemente en sus bocas. Final. Último. Todo. Porque este equipo, que comenzó el curso en silencio, reconstruyéndose tras un año difícil, ahora tiene ante sí la posibilidad de cerrar el círculo de la manera más hermosa: con un ascenso ante su gente. Guille Mulero no esconde la ilusión: “Estamos jugando una final. Con esto soñamos todos. No creo que nadie se lo quiera perder. Que vengan todos a apoyar porque seguro que será precioso”.
El Huesca un hueso duro
En el plano táctico, el Fibwi Palma deberá prestar especial atención a los errores que permitieron al Huesca voltear el marcador en la recta final del partido de ida. El control del rebote, las pérdidas innecesarias y la selección de tiro en momentos de máxima presión serán claves. El equipo balear deberá también mantener su carácter coral, ese que tantas veces le ha permitido imponerse por encima del talento individual. Con piezas como Franco Miller Jr., Brian Vázquez o el propio Spencer en plenitud ofensiva, el Fibwi tiene pólvora. Pero no basta con talento: se necesitará sacrificio, concentración y nervios de acero.
No es solo una cuestión de baloncesto. Es una cuestión de orgullo. De comunidad. De redención. Son Moix se llenará de voces, de tambores, de ilusión acumulada. Será una caldera. Una isla entera sostendrá al equipo con su aliento. Porque este sábado no se juega un partido cualquiera. Se juega una final por el ascenso. Se juega el cierre de un ciclo y el inicio de otro. Se juega el premio a un trabajo bien hecho, a una fe inquebrantable. Se busca cumplir un sueño. Y se juega en casa. Ahí donde el corazón late más fuerte. Ahí donde se forjan las leyendas.
No habrá mañana. El sábado es todo o nada. Matar o morir. Subir o no subir. Cuarenta minutos que decidirán un destino. Cuarenta minutos por una historia que todavía tiene un último capítulo por escribir. Y Son Moix, una vez más, será testigo.
Fotografía cedida por Fibwi Palma
