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Fotografía Ricardo Corpás

El Grupo Alega Cantabria terminó la temporada con el objetivo cumplido: la permanencia. Un objetivo que, si bien al inicio de la campaña se daba por hecho, pero se acabó complicando más de la cuenta. Por eso, conseguirlo supuso una alegría enorme para la afición torrelaveguense.

La temporada comenzó con tres derrotas consecutivas —ante San Pablo, Menorca y Ourense— en un arranque complicado donde incluso se escapó una victoria en los últimos segundos. Pero la primera alegría no tardó en llegar: victoria ante el Real Betis Baloncesto, equipo que en ese momento era líder invicto y que acabaría ascendiendo tras vencer a Flexicar Fuenlabrada en la Final Four.

Sin embargo, esa victoria no marcó el inicio de una racha positiva. Al contrario: llegaron tres derrotas duras ante rivales directos como Alicante, Valladolid y Castellón. La más dolorosa, frente a los vallisoletanos, que se llevaron un valioso triunfo del Trueba en la prórroga. Aun así, el equipo supo reaccionar y consiguió una victoria clave frente a Morón, que llegaba al partido sin conocer aún la victoria.

Después de ese triunfo, llegó uno de los peores momentos del curso: una durísima derrota en la visita a Obradoiro, perdiendo de 39 puntos. A pesar del mazazo, no era momento de bajar los brazos: tocaba medirse a dos rivales de entidad como Flexicar Fuenlabrada y Alimerka Oviedo. Tras perder ambos encuentros, el club decidió tomar medidas. El 12 de diciembre se produjo una de las decisiones más difíciles: la salida de David Mangas, una auténtica referencia del baloncesto en Torrelavega.

A levantar la temporada

El elegido para sustituirle fue Álex González, entrenador asistente y mano derecha de Mangas, que asumió el reto y arrancó su etapa con dos victorias fundamentales ante Tizona y Zamora. Pero el buen arranque se esfumó con cuatro derrotas consecutivas ante Gipuzkoa, Estudiantes, Palencia y Cartagena. En ese momento llegó Reggie Johnson y se produjo la salida de Hervé Kabasele, cuya aportación al equipo fue prácticamente inexistente. Poco después, el 23 de enero, se produjo un fichaje clave: Lolo Encinas. El técnico donostiarra llegaba al Trueba como guía hacia la salvación. Con él también aterrizaron Hansel Atencia y Jaden Bediako.

La casualidad quiso que el debut de Encinas fuera también ante Tizona, como ocurrió con Álex González, y, de nuevo, llegó con victoria. Pero la alegría duró poco: Obradoiro y Betis volvieron a complicar el panorama. Tras esas dos derrotas, el Alega tenía por delante tres finales ante Castellón, Morón y Alicante. Tres partidos vitales que acabaron en tres victorias que devolvieron la esperanza. Sin embargo, la permanencia seguía sin estar asegurada, y el calendario no daba tregua.

Fuenlabrada, Gipuzkoa, Palencia y Menorca fueron los siguientes rivales, y el Alega encadenó una racha de cuatro derrotas que lo dejaron muy tocado. A falta desiete jornadas, el equipo estaba obligado a sumar victorias sí o sí. Los rivales: Oviedo, Valladolid, San Pablo, Estudiantes, Ourense, Zamora y Cartagena.

Tres victorias claves para sellar la salvación

La primera final” fue frente a Oviedo, y el Alega volvió a sonreír tras una larga sequía. Después llegó Valladolid, el ex equipo de Lolo Encinas, y también cayó derrotado. Dos triunfos que daban algo de oxígeno… justo antes de medirse a dos de los “cocos” de la liga: San Pablo y Estudiantes, que se jugaban el ascenso y el factor cancha.

Y así se llegó a las tres últimas jornadas, con el descenso jugándose entre Menorca, Valladolid y el propio Alega. Los torrelaveguenses dependían de sí mismos: había que ganar los tres últimos partidos. El primero, ante Ourense, fue una auténtica exhibición, con una defensa férrea y un acierto demoledor para imponerse por 86-77. Después, Zamora. Sin presión por su parte, el equipo zamorano no pudo frenar el hambre cántabra: 71-82 y un paso más hacia la permanencia.

Y el último capítulo fue frente a Cartagena. Más allá de lo deportivo, fue una tarde especial: se despedía Mirza, y la emoción estuvo presente en cada rincón del Trueba. Al final, hubo celebración, lágrimas de alegría… y una salvación épica para cerrar una temporada que ha sido una auténtica montaña rusa. Ahora solo queda contar los días para que empiece la siguiente.

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