agosto 25, 2025

Grandes ausencias en el Eurobasket 2025

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Victor Wembanyama, Rudy Gobert 022824 Getty FTR_0

Fotografía de The Sporting News

El EuroBasket 2025 se presentaba como una cita marcada por el regreso de grandes estrellas y por la expectación que siempre genera un campeonato en el que Europa pone en juego su supremacía baloncestística. Sin embargo, a medida que se acerca el inicio del torneo, el goteo de ausencias ha cambiado en parte el panorama. La competición contará con figuras como Luka Doncic, Giannis Antetokounmpo o Nikola Jokic, lo que garantiza un nivel superlativo, pero al mismo tiempo perderá a jugadores que estaban llamados a ser protagonistas indiscutibles. Y no hablamos de nombres secundarios, sino de referentes consolidados que dejan un vacío difícil de llenar.

Francia, la más afectada

Quizá la selección más castigada sea Francia. El combinado galo, que en los últimos años siempre ha partido como candidato natural a las medallas, se ve ahora obligado a reinventarse. La gran ausencia es la de Victor Wembanyama, que no llega a tiempo tras la lesión sufrida en febrero y que, pese a los avances en su recuperación, aún no está en condiciones de afrontar un campeonato tan exigente. Su baja priva al torneo de una de las grandes atracciones mediáticas, pero sobre todo supone para Francia un golpe casi devastador: era su jugador generacional, el que debía liderar la nueva etapa de la selección. A su ausencia se suman las de Fournier, Gobert, Lessort y Poirier, es decir, la práctica totalidad de su columna vertebral interior y de su anotador más experimentado. Francia acudirá al EuroBasket con talento joven, con jugadores de proyección como Yabusele o Risacher, pero las sensaciones previas son de fragilidad. Sin sus gigantes bajo los tableros, los franceses pierden intimidación, rebote y consistencia defensiva, lo que reduce drásticamente sus aspiraciones.

Alemania tampoco se libra del problema de las bajas. Tras proclamarse campeona del mundo en 2023, el conjunto germano llegaba a la cita con la etiqueta de gran favorito. Sin embargo, la nómina de ausencias deja dudas. No estará Isaiah Hartenstein, cuyo físico debía marcar diferencias, y solo Franz Wagner representará a la familia en este campeonato, pues su hermano Mo se cae de la lista. A eso hay que sumar la renuncia de jugadores como Maxi Kleber o Niels Giffey, que daban profundidad y experiencia. Alemania sigue teniendo una base sólida, con Schröder al mando y un núcleo competitivo, pero ya no proyecta la misma imagen de poderío que antes. La campeona del mundo pierde piezas importantes y, aunque se mantenga entre las candidatas, su margen de error será mucho menor.

España en cuadro

España es otra de las grandes damnificadas. La “Familia” afronta un torneo en el que no podrá contar ni con Ricky Rubio, ni con Lorenzo Brown, ni con Juan Núñez, lo que debilita la dirección de juego hasta un punto crítico. Scariolo ha tenido que recurrir a bases sub-20 para sostener el equipo, un escenario inédito que puede poner en aprietos a la campeona de 2022. Tampoco estarán Abrines, Garuba, Abalde o Alberto Díaz, jugadores que aportaban defensa, tiro exterior y carácter. Es decir, España afrontará un campeonato huérfano de varios de sus pilares habituales y con una rotación más corta de lo deseado. Quizá la fortaleza del bloque y la capacidad competitiva del grupo permitan compensar las ausencias, pero lo cierto es que el techo del equipo se reduce de manera evidente.

En Grecia, el contraste es llamativo. Giannis Antetokounmpo sí estará en el torneo, lo que por sí mismo mantiene a los helenos entre los favoritos. Sin embargo, sus principales escuderos se caen uno tras otro: Walkup, Calathes, Papagiannis o Rogkavopoulos. La consecuencia es clara: Giannis deberá cargar con un protagonismo aún mayor, sin la ayuda de los generadores y especialistas que suelen darle aire. Grecia dependerá en exceso del talento de su estrella, lo que puede ser un arma de doble filo en una competición tan larga e intensa.

Otras selecciones, menos poderosas en cuanto a aspiraciones de medalla, también ven mermadas sus opciones. Lituania pierde a Domantas Sabonis, un golpe durísimo porque era el jugador sobre el que giraba todo su ataque. Sin él, el equipo báltico se queda sin su gran referencia interior y deberá buscar alternativas que difícilmente estarán al mismo nivel. Bosnia y Herzegovina, por su parte, se queda sin Dzanan Musa, que era el líder indiscutible de su generación y que además llegaba en un momento clave de madurez. Sin Musa, Bosnia pierde casi toda su capacidad ofensiva de primer nivel. En un plano similar, Montenegro no tendrá a Dubljevic ni a Todorovic, reduciendo drásticamente sus opciones de competir contra las grandes potencias.

¿Habrá chicha suficiente?

Este cúmulo de bajas tiene un doble efecto en el torneo. Por un lado, resta atractivo en términos de nombres propios: el público no podrá ver a Wembanyama, Sabonis o Musa, tres jugadores que siempre generan expectación. Pero por otro, abre el abanico competitivo. Francia, Alemania o España llegan debilitadas, y eso puede beneficiar a selecciones que, en principio, partían un paso por detrás. Equipos como Serbia, Eslovenia o incluso Grecia —pese a sus problemas— pueden encontrar una autopista hacia las rondas finales si saben aprovechar las debilidades de sus rivales. Serbia, con Jokic en plena forma, emerge como gran beneficiada de este escenario: su estrella estará arropada por un bloque sólido y con menos competencia directa de la esperada. Eslovenia, con Doncic, también puede soñar con llegar muy lejos, sobre todo si el jugador de los Mavericks se encuentra fresco y motivado.

En definitiva, el EuroBasket 2025 será un torneo de contrastes. La ausencia de grandes figuras dejará cierta sensación de vacío, pero al mismo tiempo dará lugar a nuevas historias: jóvenes que asumirán galones, selecciones que descubrirán líderes inesperados y favoritos que deberán reinventarse. El campeonato no pierde emoción, solo cambia su guion. Y, en cierto modo, esta incertidumbre añade un punto de atractivo: el camino hacia el título se dibuja ahora más abierto, con oportunidades para quienes sepan leer mejor la coyuntura.

Fotografía de The Sporting News

Autor: Vicenç Ropero

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