Alemania ante el reto de Doncic

El EuroBasket 2025 entra en su fase decisiva y Alemania afronta un cruce que, más allá de lo deportivo, llega cargado de matices. El vigente campeón del mundo se medirá este miércoles a Eslovenia en los cuartos de final, un duelo que no solo tiene el atractivo evidente de Luka Doncic frente a la maquinaria alemana, sino que también se presenta como una prueba de madurez para un grupo que, frente a Portugal, ya conoció por primera vez lo que es sufrir de verdad en este campeonato.
La noticia, sin embargo, no se queda solo en el parqué. En las horas previas al partido, la Federación Alemana confirmó que Álex Mumbrú, aún convaleciente y sin estar al cien por cien, seguirá siendo el seleccionador jefe, pero cederá la dirección de los partidos a su asistente Alan Ibrahimagic. Una decisión que ha marcado la actualidad y que, inevitablemente, abre interrogantes sobre el impacto emocional y deportivo que puede tener en el rendimiento del conjunto germano.
Un banquillo con dos voces y un mismo mensaje
Mumbrú reapareció ya en el duelo contra Portugal tras superar su hospitalización, pero fue evidente que todavía no se encuentra en plenitud de fuerzas. Con un tono sincero y hasta vulnerable, explicó su decisión: seguir liderando el proyecto desde fuera del parqué y las rutinas, pero dejar que Ibrahimagic sea la voz durante los partidos. “Alan es quien dirige en el juego, pero seguimos trabajando juntos en todo lo demás”, subrayó el técnico español.
La escena del anuncio fue también significativa: toda la plantilla apareció junto a Mumbrú e Ibrahimagic en el encuentro con los medios. Un gesto que habla de unión y que tuvo continuidad en las palabras de Maodo Lo, que quiso zanjar especulaciones: “Jugamos bajo la idea, el sistema y la filosofía de Mumbrú. Alan hace un gran trabajo, pero Alex sigue siendo la cabeza. Como jugadores queríamos mostrar nuestra solidaridad”.
En ese equilibrio de roles, Alemania buscará transmitir que la aparente fragilidad no es tal, sino una muestra de madurez y de saber adaptarse. El lema es claro: “Ein Team für ein Ziel” (un equipo, un objetivo).
La lección de Portugal: Alemania también sangra
La victoria frente a Portugal (85-58) pareció contundente en el marcador, pero durante más de tres cuartos Alemania estuvo al borde del abismo. Los números sonaron a aviso: 1 de 24 en triples antes de que Maodo Lo, con tres aciertos seguidos, rompiera la dinámica y desbloqueara a un equipo encallado. El parcial final de 33-7 maquilló lo que había sido un ejercicio de sufrimiento, dudas y errores.
Ese partido, con Franz Wagner limitado por las faltas, con Schröder más errático de lo habitual y con la segunda unidad sin chispa, dejó una sensación inédita: Alemania ya no parece invulnerable. Y esa vulnerabilidad, aunque asumida y superada en octavos, se convierte en la principal incógnita de cara al cruce con Eslovenia.
Doncic, un desafío total
Si Portugal fue un obstáculo inesperado, Eslovenia representa directamente un Everest. Luka Doncic viene de firmar una de las exhibiciones más memorables de lo que va de torneo: 42 puntos, 10 rebotes, 15/16 en tiros libres y 43 de valoración frente a Italia. Un arranque demoledor (22 puntos en el primer cuarto) sirvió para encarrilar un triunfo (84-77) que devuelve a su selección a la primera línea competitiva.
El jugador de los Lakers llega como líder absoluto de un equipo que gira en torno a su talento y que sabe que su destino en el campeonato depende directamente de lo lejos que pueda llevarlos su estrella. Alemania deberá preparar un plan específico para frenarle, con varias opciones defensivas que podrían pasar por la versatilidad de Bonga, la ayuda de Obst en el perímetro y, sobre todo, la capacidad de Wagner para asumir minutos frente al esloveno.
Pero la cuestión es clara: ¿basta con Doncic para tumbar a Alemania? La respuesta no es sencilla. Alemania es, pese a todo, el conjunto más sólido, con más recursos y con una rotación de primer nivel en cada posición. El problema es que, si se repiten los desajustes en ataque estático y la falta de puntería exterior, el partido puede abrirse a un escenario perfecto para que Doncic se adueñe de él.
El partido que marca el torneo
La cita de Riga tiene todos los ingredientes para convertirse en uno de los grandes partidos del EuroBasket. De un lado, Alemania, campeona del mundo, con un bloque que combina la experiencia de Schröder y Theis con la energía de Wagner, Lo o Tristan da Silva. Del otro, Eslovenia, que cuenta con uno de los jugadores más dominantes del planeta y que ha demostrado que, cuando Doncic enciende la chispa, es capaz de doblegar a cualquiera.
Más allá de lo táctico, pesa lo emocional. Alemania sabe que, aunque el grupo está unido y el mensaje es de fortaleza, la situación de Mumbrú añade un matiz de incertidumbre. La transición del liderazgo a Ibrahimagic es un paso necesario, pero también un reto en un cruce donde cada detalle importa.
En términos competitivos, el duelo se resume en dos incógnitas: ¿habrá aprendido Alemania de sus errores frente a Portugal o volverá a mostrar dudas en el tiro exterior? ¿Podrá Eslovenia sostenerse si Doncic no mantiene su nivel de excelencia durante los 40 minutos?
La hora de la verdad
Alemania llega a cuartos con la etiqueta de favorita, pero no con la misma aura de invulnerabilidad que traía del Mundial o de la primera fase. La sensación es que el torneo para ellos empieza ahora, en un cara a cara que exigirá la mejor versión de todos sus líderes.
Para Eslovenia, en cambio, el partido es la oportunidad de hacer historia, de demostrar que con Doncic a este nivel cualquier techo es alcanzable. El desenlace puede ser una confirmación de la madurez alemana o la explosión definitiva de una Eslovenia que vive y respira al ritmo de su estrella.
Lo único seguro es que el miércoles en Riga el EuroBasket vivirá un partido grande, de esos que marcan campeonatos. Alemania contra Eslovenia, Schröder contra Doncic, Ibrahimagic en la banda y Mumbrú en la sombra. Un duelo de talento, nervios y liderazgo que decidirá mucho más que un pase a semifinales.
Fotografía de Matthias Stickel
Autor: Vicenç Ropero
