septiembre 11, 2025
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Foto: FIBA.

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Alemania, vigente campeona del mundo, sufrió lo indecible para superar a Eslovenia (99-91) en un partido vibrante y marcado por la técnica a Luka Doncic al inicio. Con un último cuarto demoledor y un trabajo coral, el conjunto germano se ganó el billete a semifinales, donde le espera Finlandia.

Alemania ya está entre los cuatro mejores de Europa. El vigente campeón del mundo superó a Eslovenia en Riga por 99-91 en un partido que tuvo todos los ingredientes de una batalla grande: tensión, giros de guion, la magia de Luka Doncic y, sobre todo, la capacidad de un bloque alemán para rehacerse cuando todo parecía cuesta arriba. Con esta victoria, la selección dirigida en la pista por Alan Ibrahimagic, y en la sombra por Álex Mumbrú, da un paso más en la defensa de su hegemonía y se cita con Finlandia en semifinales (viernes, 16:00).

Un inicio eléctrico y la técnica a Doncic

El duelo no tardó en encenderse. Apenas habían pasado tres minutos cuando Luka Doncic, irritado tras una acción en ataque, recibió una técnica por quejarse de un contacto. El gesto, en apariencia menor, tuvo un efecto inmediato: dejó claro que el arbitraje no le iba a permitir quejarse en absoluto y que el partido se movería en un clima de máxima tensión emocional. El esloveno respondió con orgullo, encadenando puntos y acciones de talento que desbordaban cualquier plan defensivo alemán. Al término del primer cuarto, Eslovenia dominaba 21-32 y daba la sensación de que el campeón estaba contra las cuerdas.

Alemania sufría especialmente en el rebote, incapaz de cerrar su aro, y tampoco encontraba fluidez ofensiva. La defensa, sin tono ni agresividad, dejaba demasiado espacio a Doncic, que ya en el descanso acumulaba 22 puntos y mostraba esa aura de jugador imparable que tantas veces ha definido sus noches de gloria.

La resistencia alemana

Pese a todo, Alemania nunca se fue del partido. Theis sostuvo al equipo en la pintura en los momentos más delicados, Franz Wagner aportó energía a campo abierto y Maodo Lo ofreció puntos desde el banquillo. Cada vez que la diferencia parecía dispararse, los germanos encontraban un recurso para engancharse al marcador. El 45-51 al descanso reflejaba esa sensación: Eslovenia estaba mejor, pero el vigente campeón aún respiraba.

El tercer cuarto fue una montaña rusa. Schröder, que había estado errático, dio señales de liderazgo, y lo más importante: Doncic cometió su cuarta falta en el minuto 23. Aunque el esloveno siguió en pista y mantuvo su producción, esa circunstancia obligó a gestionar con más cuidado sus minutos y le restó cierta agresividad defensiva. Alemania, sin embargo, no terminaba de encontrar la fórmula: rebotes perdidos, desconexiones atrás y un rival que castigaba cada error.

El desenlace del tercer cuarto marcó un antes y un después. Tristan da Silva, con la bocina encima y desde medio campo, convirtió un triple imposible que redujo la diferencia a 70-74. Ese destello encendió al equipo y a la grada, y dio paso a un último cuarto que Alemania afrontó con un aire renovado.

La remontada del campeón

El parcial con el que arrancó el último periodo (12-3) fue decisivo. Obst clavó un triple desequilibrado, a una pierna, que desató a los suyos, Lo acompañó con puntos de calidad y Thiemann aportó dureza en la zona. Alemania por fin había encontrado ritmo, empujada por la inercia y por una rotación más larga que la de Eslovenia.

Doncic, genial pero cada vez más solo, se resistía a entregar el partido. Un par de triples de talento puro devolvieron momentáneamente la ventaja a su selección. Pero Alemania ya estaba lanzada: Schröder, con su primer acierto de tres en el momento justo, y Wagner, con un tiro de media distancia con la posesión agonizando, certificaron la remontada. Los últimos minutos se jugaron más en la cabeza que en las manos, y ahí Alemania mostró jerarquía.

Eslovenia, cansada y con Doncic obligado a cargar con todo, se quedó sin puntería en los instantes decisivos. Los fallos contrastaron con la sangre fría de los alemanes, que cerraron la victoria desde la línea de personal con un Bonga clave también en defensa. El 99-91 final fue el reflejo de una superioridad trabajada, sufrida y, sobre todo, coral.

Doncic contra el mundo

El esloveno se marchó con otra actuación colosal, pero también con la frustración de no haber podido sostener a su equipo en los minutos clave. Su técnica temprana, sus problemas de faltas y la falta de acompañamiento pesaron demasiado. El partido volvió a confirmar la doble cara de Eslovenia: capaz de competir de tú a tú contra cualquiera mientras Doncic está inspirado, pero con enormes dificultades para encontrar alternativas cuando él no puede monopolizar el balón.

Alemania, una victoria de carácter

Más allá de lo táctico, el triunfo alemán tiene un valor emocional indudable. La situación del banquillo, con Mumbrú todavía debilitado y cediendo la voz principal a Ibrahimagic, no ha minado la autoridad del grupo, sino que parece haber reforzado su sentido de pertenencia. Alemania demostró que es capaz de sobrevivir a un mal arranque, a un Doncic en estado de gracia y a sus propios errores.

La lectura interna es clara: este equipo sabe sufrir. No fue un partido brillante, ni mucho menos, pero fue un partido de carácter, de los que construyen un camino hacia las medallas. Schröder, Wagner, Theis, Lo, Obst, Thiemann… todos tuvieron su momento. Y en los torneos de selecciones, esa suma de aportaciones suele marcar la diferencia.

Lo que viene

El viernes espera Finlandia en semifinales, una selección con menos nombre que Eslovenia pero que llega lanzada tras eliminar a Lituania. Alemania afronta el reto con confianza renovada y con la certeza de que el título europeo está ya a solo dos pasos.

El campeón del mundo sobrevivió a la tormenta Doncic y ahora sueña con cerrar el círculo con un oro continental. La técnica temprana al genio esloveno fue una anécdota que marcó el tono del encuentro: un partido áspero, emocional, de pulsos largos. Y Alemania, en ese escenario, supo ser la más fuerte.

Alemania 99 (21+24+25+29): Schröeder (20), Obst (10), Wagner (23), Theis (15), Bonga (7) -cinco inicial-; Hollatz (0), Lo (11) , T. Da Silva (5), O. Da Silva (0), Kratzer (0) y Thiemann (8).

Eslovenia 91 (32+19+13+17): Krampelj (9), Nikolic (4), Muric (4), Hrovat (11),  Doncic (39) -cinco inicial-; Prepelic (13), Radovic (4), Omic (7), Stergar (0).

Lugar: Riga, Arena Riga

Árbitros: LISZKA, Wojciech (POL), CASTILLO, Luis (ESP), KOZLOVSKIS, Martins (LAT)

Espectadores: 9.038

Autor: Viçenc Ropero.

Foto: FIBA.

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