El Fibwi defiende su impulso en Melilla
Fotografía cedida por Fibwi Mallorca
El Fibwi quiere transformar la épica en oficio en un examen trampa en Melilla
Hay victorias que levantan paredes, que construyen carácter, que dejan cicatriz emocional. La del pasado domingo en Son Moix fue una de esas. El triunfo agónico ante Tizona, con un triple eterno de Brian Vázquez y una defensa final que olía a supervivencia pura, dejó al Fibwi Mallorca Bàsquet Palma con la conciencia clara de quién es: un equipo que no se rinde, que abraza el sufrimiento como parte del camino y que ha hecho de la fe un argumento competitivo. Ahora toca averiguar si esa energía, tan visceral como contagiosa, es capaz de viajar. Porque este domingo, a las 18:00, el Fibwi afronta uno de esos desplazamientos que parecen menores… hasta que la pelota bota. Y ahí, en el Pabellón Javier Imbroda Ortiz, espera un Melilla Ciudad del Deporte necesitado, herido y con la urgencia clavada como único motor.
El duelo corresponde a la jornada 11 de la Primera FEB, y aunque la clasificación dibuja un abismo —el Fibwi es octavo con 5-4; Melilla es decimoquinto con dos victorias en diez jornadas—, la realidad es menos cómoda de lo que sugiere el papel. La trampa está servida. Y el principal reto del cuerpo técnico balear, una vez más, vuelve a ser psicológico: que nadie se crea nada, que nadie afloje un grado, que nadie mire la tabla para jugar con el piloto automático. Este Fibwi ha construido su identidad desde la humildad competitiva, y cada vez que se ha permitido un suspiro, el baloncesto se lo ha cobrado. El domingo es, sencillamente, uno de esos días que exigen oficio, concentración y madurez.
Un rival tocado, sí, pero nunca inofensivo
El Melilla Ciudad del Deporte llega a la cita con una derrota dolorosa en Ourense (98-75), un resultado que expone un problema tan profundo como evidente: la falta de tensión defensiva. El equipo de Garitaonandia fue superado en todas las fases del juego, concedió tiros cómodos, segundas opciones y ventajas que se agrandaron sin resistencia. Ni los intentos de ajuste en el segundo cuarto ni el pequeño arreón del inicio del tercero cambiaron el guion. Y cuando un equipo pierde intensidad, pierde identidad. Cuando pierde identidad, pierde opciones.
Pero ahí aparece el primer aviso para el Fibwi: nada es más peligroso que un rival acorralado, señalado y obligado a reaccionar ante su gente. Melilla puede no estar en su mejor forma, pero tiene talento exterior, capacidad para anotar por rachas y jugadores capaces de dinamitar partidos si encuentran ritmo. Y, sobre todo, tiene urgencia. Y la urgencia, en casa, aprieta.
El Fibwi y su examen pendiente: el rebote
Si hay un punto que preocupa, y mucho, en Palma, es el rebote. El Tizona capturó 36 por solo 25 del Fibwi: dieciséis ofensivos burgaleses, doce defensivos mallorquines. Una brecha que no se puede permitir repetir lejos de Son Moix. Porque fuera de casa el margen de error es más estrecho, el ritmo no lo controla el público y cada posesión extra del rival duele el doble. Pablo Cano lo sabe, el equipo lo sabe, y la semana ha estado centrada en ajustar esta carencia que ya se había insinuado en jornadas anteriores.
No se trata solo de capturar más, sino de impedir que el otro tenga segundas vidas. En una liga tan física, conceder tanto castigo interior es regalar puntos, energía y moral. Si el Fibwi quiere tener el partido bajo control en Melilla, debe dominar su pintura, proteger su aro y cortar de raíz esas segundas opciones que tantas veces se convierten en los puntos que deciden noches igualadas.
Scariolo ya está aquí… y está para sumar
En medio de ese esfuerzo por fortalecer el bloque, ha llegado una luz nueva al vestuario: Alessandro Scariolo. Su debut ante Tizona —tras apenas media sesión de entrenamiento— fue una declaración de solvencia e inteligencia táctica. Seis puntos, criterio en cada acción, serenidad y esa capacidad innata para parecer parte del grupo en cuestión de minutos. Su propia entrevista lo explica: el playbook era un mundo, pero él lo hizo pequeño; la adaptación podría haber sido un muro, pero los compañeros lo convirtieron en puente.
Scariolo da aire. Da pausa. Da lectura. Y en partidos como el que viene, donde la emoción puede desbordar al talento, su figura puede ser determinante. Tenerlo junto a Lucas Capalbo, es un lujo en días como este.
El desafío emocional: transformar la épica en rutina
El triunfo ante Tizona fue precioso, épico, inolvidable… pero no es repetible cada domingo. No puede serlo. El Fibwi necesita encontrar ahora una versión más estable, menos dependiente del corazón desbocado y más apoyada en la consistencia de su baloncesto. Que el alma esté siempre, sí, pero que no haga falta salvar partidos desde el borde del abismo.
La clave en Melilla pasa por no regalar parciales, por imponer ritmo desde la defensa, por no caer en la montaña rusa emocional que tanto desgasta. Pasa por gestionar la ventaja cuando llegue, por evitar que el rival encuentre energía desde la grada y por demostrar que este equipo ya sabe ganar de cien maneras distintas, no solo desde la épica.
El partido que define intenciones
Son Moix sigue invicto. El equipo ya ha demostrado que puede competir contra cualquiera. Scariolo suma. Brian está en un momento sublime. Bombino crece cada semana. La estructura funciona. Y los cinco triunfos no son casualidad: son camino.
Pero para que ese camino siga llevándolos hacia arriba, hay que ganar también estos partidos. Los incómodos. Los obligatorios. Los que se juegan sin brillo alrededor. Los que definen la madurez más que el talento.
El domingo no se mide solo la clasificación. Se mide la ambición. Se mide la seriedad. Se mide si este Fibwi quiere que la revelación se transforme en candidatura y que el vestuario siga creyendo que lo mejor todavía no ha llegado.
Y, sobre todo, se mide algo más íntimo: si este equipo, lejos del rugido de Son Moix, también sabe ser él mismo. Porque cuando un grupo compite con alma… el alma no tiene domicilio.
Fotografía cedida por Fibwi Mallorca
Autor: Vicente Ropero

