Son Moix aprieta el puño
Fotografía cedida por Frederic Pons
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| 20 | 20 | 19 | 24 | 83 | |
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Fibwi Mallorca Basket Palma
83
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76
Club Ourense Baloncesto
Fibwi Mallorca Basket Palma
83
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76
Club Ourense Baloncesto
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Q1
20- 22
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Q2
20- 19
-
Q3
19- 16
-
Q4
24- 18
El Fibwi Mallorca Bàsquet Palma firma una victoria de carácter, madura y de enorme mérito ante un Ourense de talla mayor, en una noche que confirma que este equipo ya no pide permiso para competir
Victoria de calidad
Hay victorias que no solo suman, sino que explican. No solo empujan, sino que revelan. Y la que firmó el Fibwi Mallorca Bàsquet Palma ante el Club Ourense Baloncesto (83-76) pertenece a esa categoría reservada para las noches en las que un grupo decide, sin avisar, que ha dejado de ser un recién ascendido para convertirse en un equipo capaz de discutirle el pulso a cualquiera. Porque lo de este domingo en Son Moix fue mucho más que un triunfo: fue la confirmación palpable de una progresión que ya se intuía en San Sebastián y que ante un rival de enorme entidad encontró su mejor argumento.
Son Moix lo entendió desde el primer minuto. El pabellón —ese Son Moix de las grandes ocasiones, lleno de familias, niños y un murmullo eléctrico que empujaba en cada acción— respiró el partido como si fuese también suyo. El Fibwi salió con una concentración que igualaba, gesto por gesto, la intensidad de un Ourense que venía con etiqueta de bloque sólido, disciplinado y fiable. Los gallegos golpearon primero, sí, pero el Palma respondió sin bajar la mirada: 11-10, 15-16, 20-22… un primer cuarto de intercambio puro que ya anunciaba que la noche no sería para los que dudan.
Un partido muy igualado
El segundo cuarto mantuvo esa atmósfera de equilibrio tenso, de partido denso, de duelo que exigía leer, pensar y resistir. El Fibwi jugó con un tono físico sostenido, con una madurez impropia de un equipo que hace apenas unos meses jugaba en Segunda FEB. Cada ataque era una pequeña conquista; cada defensa, una demostración de compromiso. Al descanso, 40-41. Un marcador que decía poco y a la vez lo decía todo: el Palma estaba dentro. Estaba preparado. No se iba a apartar.
Pero sería en el tercer cuarto cuando el partido comenzaría a revelar el verdadero carácter del grupo de Pablo Cano. Con 52-48, el Fibwi se permitió incluso un pequeño golpe de autoridad. No fue un arreón de inspiración; fue un producto directo del orden, del trabajo y de una defensa que empezaba a incomodar de verdad a Ourense. El 59-57 con el que se llegó al último cuarto anunciaba un final feroz y emocional, de esos que se deciden en los matices, en los detalles, en los jugadores que no tiemblan cuando la pelota quema.
Y ahí apareció Brian Vázquez.
El escolta, desde la segunda unidad, firmó un último cuarto de esos que marcan temporadas: frío, decidido, agresivo en el momento justo. Con el partido en 72-73, y con Kalscheur castigando sin piedad desde el perímetro, Brian tomó la responsabilidad que toman los que están conectados al alma del partido. Y Son Moix lo sintió. Y lo celebró. Sus triples, envenenados de determinación, voltearon el signo del encuentro y desataron una oleada emocional que ya no se detendría. El 83-76 final fue el resultado, sí, pero también una consecuencia lógica del temple mallorquín en los minutos calientes.
Capalbo, imperial
Capalbo, mientras tanto, hacía lo que hacen los bases grandes en los partidos grandes: repartir 11 asistencias, la segunda mejor marca de toda la Primera FEB esta temporada, guiando la noche como quien mueve los hilos de un reloj que nunca pierde el ritmo. No fue solo dirección; fue liderazgo emocional, control del tempo, claridad en el caos. Lisboa venía de anotar 28 puntos, pero esta vez se encontró con una defensa sobre el pick-and-roll minuciosa, incómoda, insistente. Pablo Cano lo subrayó después: la defensa sobre el base gallego marcó el partido.
El resto del equipo tejió la victoria con un trabajo invisible que, precisamente por invisible, resulta imprescindible. El oficio de Pedro Bombino, siempre en el barro, siempre en la ayuda correcta, siempre en el sitio incómodo. La lectura silenciosa de Jon Ander Aramburu, que hizo de cada ocupación espacial una decisión inteligente. La presencia equilibrante de Matulionis, que sostiene sin necesidad de figurar. Y todo, absolutamente todo, bajo la idea central que repite Cano como un mantra: “Los equipos son de cristal. Hay que cuidarlos”.
La defensa, una vez más, fue el cimiento. Ourense, un equipo entrenado para no acelerarse, para construir ventajas con rigor, jamás encontró comodidad. Moncho López lo admitió con honestidad admirable: su equipo jugó un partido que no es el suyo. Y eso, en baloncesto profesional, solo ocurre cuando el rival te rompe el plan. Cuando te arrastra a su ritmo. Cuando te atrapa en su red táctica. El Fibwi logró que un bloque superior en presupuesto, profundidad y experiencia tuviese que jugar incómodo durante cuarenta minutos. Es difícil encontrar un elogio mayor.
Rendidos al equipo
Pablo Cano, en la sala de prensa, habló de mentalidad, de resistencia, de elegir bien las ofensivas cuando importaba, de cerrar el rebote defensivo para correr y de tener la cabeza fría en los últimos minutos. Pero sobre todo habló de algo que se ve desde la grada y que ya forma parte del ADN del equipo: el compromiso colectivo. Un compromiso que se nota en cada defensa prolongada, en cada gesto de ayuda, en cada jugador que acepta su rol incluso cuando no está en pista. Un compromiso que hace que las victorias luzcan distintas, porque no pertenecen a un jugador, sino a un grupo entero.
Este triunfo, en definitiva, no se entiende sin la semana anterior en San Sebastián, ni sin la derrota en Fuenlabrada, ni sin la sensación creciente de que el Fibwi está encontrando su sitio en la Primera FEB con una solidez que pocos esperaban tan pronto. El equipo ha aprendido a competir, a sufrir, a sostener partidos cerrados, a no hundirse en los momentos malos y a tener la serenidad necesaria para decidirlos en los buenos.
Y Son Moix, que lo ha visto crecer paso a paso, empieza a reconocer en este grupo algo que no se compra ni se improvisa: identidad.
Por eso esta victoria pesa más que una victoria cualquiera. Porque Ourense venía a medir la madurez del proyecto. Y el Palma respondió con carácter. Con temple. Con un baloncesto serio, emocional y valiente. Con el tipo de actuación que marca un antes y un después.
El equipo no solo ganó. Se confirmó.
FIBWI MALLORCA BÀSQUET PALMA 83 (20-20-19-24): Lucas Capalbo (13), Lys Bracey (4), Osvaldas Matulionis (7), Jon Ander Aramburu (16), Pedro Bombino (16). También jugaron Brian Vázquez (19), Jorge Martínez (3), Laron Smith (3), Loic Menuge (2), Juan Bocca (0).
CLUB OURENSE BALONCESTO 76 (22-19-16-18): Rafa Dias (6), Kalscheur (22), Ken Smith (6), Sean Mcdonnell (5), Romaro Gill (8). También jugaron Okanu (13), Isaac Pérez (2), Martín Fernández (10), Sergi Huguet (2), Martín Iglesias (0), Carlos Jurgens (2).
ÁRBITROS: Zafra Guerra, Garvin Domingo, Aranzana García. Eliminado por faltas Romaro Gill.
Incidencias: 2.400 espectadores en el Palau d´Esports de Son Moix.
Fotografía cedida por Frederic Pons
Autor, Vicenç Ropero

