septiembre 13, 2025
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Fotografía de basketball-bund.de

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Finlandia

Alemania

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  • Q1
    30- 26
  • Q2
    31- 21
  • Q3
    20- 26
  • Q4
    17- 13

El campeón del mundo sigue escribiendo su historia. Alemania derrotó a Finlandia (98-86) en un vibrante duelo de semifinales en Riga y se aseguró, como mínimo, una nueva medalla. El conjunto germano, que ya domina el baloncesto mundial desde Manila 2023, se ha ganado la oportunidad de pelear el domingo por el oro europeo. En el horizonte, un choque de altura contra el vencedor de la otra semifinal entre Turquía y Grecia, un partido que promete emociones fuertes y que definirá el último escollo antes de la gloria.

Un arranque trabado, pero Alemania reacciona

El choque ante Finlandia no fue un paseo, aunque durante muchos minutos lo pareciera. El equipo de Alan Ibrahimagic arrancó de nuevo con dudas, como en sus dos partidos anteriores, y se vio sorprendido por la intensidad inicial del rival y por el empuje de los más de 6.000 aficionados finlandeses que abarrotaban el pabellón. Alemania sufría en defensa, concedía segundas opciones y veía cómo Lauri Markkanen castigaba desde diferentes registros. El 6-14 inicial encendió las alarmas.

Sin embargo, bastaron un par de destellos para que el vigente campeón cambiara la dinámica. Dennis Schröder, líder indiscutible, abrió el camino con un triple que devolvió confianza, y pronto aparecieron Wagner, Bonga y Thiemann para firmar un parcial de 10-0 que volteó el marcador. Alemania necesitaba carburar en transición, y cuando lo consiguió, el partido cambió de signo. Del 11-16 se pasó a un 29-21 que desarmó el plan inicial de Finlandia y que dejó claro que, a poco que los germanos impusieran su ritmo, la balanza se inclinaría a su favor.

Franz Wagner, la estrella que marca diferencias

El segundo cuarto tuvo nombre propio: Franz Wagner. El alero de Orlando Magic se convirtió en un quebradero de cabeza imposible para Finlandia, sumando puntos desde todas las posiciones, forzando faltas y demostrando su jerarquía. Con 5/5 en tiros libres y un acierto constante desde el perímetro, Alemania voló en el marcador hasta el 49-30. Schröder organizaba, Lo aportaba energía desde el banquillo y Obst, aun discreto, mantenía su amenaza exterior.

El descanso llegó con un contundente 61-47 que reflejaba la sensación de control absoluto. Alemania dominaba por primera vez en el torneo el rebote con claridad, corregía una de sus principales carencias en rondas anteriores y encontraba múltiples recursos ofensivos. Parecía que la semifinal quedaba vista para sentencia.

El susto finlandés y la respuesta de campeón

Pero en estos escenarios no hay tregua. Finlandia volvió del vestuario con el orgullo herido y con un Markkanen desatado, reduciendo diferencias hasta meterse de lleno en el partido. Los triples comenzaron a entrar, la grada se convirtió en un factor y Alemania volvió a mostrar debilidades: pérdidas de balón, problemas de faltas de Theis y Schröder, y una defensa que, por momentos, se desajustó. Del +18 se pasó a un 77-73 que encendió todas las alarmas al final del tercer cuarto.

En ese momento, la presión podría haber atenazado al campeón, pero ocurrió lo contrario. Alemania se rehízo desde la defensa, ajustó en las ayudas y encontró oxígeno con un triple de Obst desde la esquina. El acierto de Schröder y Tristan da Silva terminó por cortar la reacción nórdica y devolver la autoridad a los germanos. El 98-86 final reflejó la superioridad global de un equipo que, aunque concedió altibajos, supo jugar con la madurez de quien se sabe favorito.

El valor del grupo

Más allá de los nombres propios, Alemania volvió a demostrar que su fuerza reside en la profundidad de su plantilla. Cada jugador aportó en el momento justo: Schröder lideró, Franz Wagner fue el referente ofensivo, Theis peleó en la pintura, Lo dio aire desde el banquillo y Obst apareció en la recta final con un triple clave. Incluso en un partido con altibajos, la suma coral terminó imponiéndose a la dependencia finlandesa de Markkanen.

Con esta victoria, Alemania asegura medalla y confirma que el relevo generacional está perfectamente consolidado. La transición en el banquillo —con Mumbrú aún debilitado y cediendo la voz a Ibrahimagic— no ha mermado al grupo, sino que lo ha hecho más fuerte en la adversidad. El vestuario transmite seguridad, compromiso y confianza ciega en su camino.

El futuro inmediato: Turquía o Grecia

El domingo (20:00, hora española) espera la gran final, y ahí se abrirán dos escenarios muy diferentes en función del rival.

Si el adversario es Turquía, Alemania se encontrará con un equipo de enorme talento individual y con un juego abierto que busca ritmo y anotación. Los turcos basan gran parte de su fuerza en sus exteriores, con Shane Larkin como motor y con jóvenes como Alperen Sengun en la pintura. Su principal debilidad es la irregularidad: capaces de brillar con rachas ofensivas imparables, pero también de desconectarse en defensa. Alemania, más sólida en lo colectivo, podría tener ventaja en la gestión de los tiempos y en la profundidad de banquillo.

Si en cambio toca Grecia, el escenario cambiaría radicalmente. La presencia de Giannis Antetokounmpo convierte a los helenos en un rival temible, capaz de imponer un físico demoledor y de condicionar todo el plan táctico. Grecia es menos coral que Alemania, pero cuenta con la fuerza de un jugador diferencial que puede decidir un torneo. Para frenarle, Theis, Thiemann y Wagner deberían multiplicarse en ayudas, y la disciplina defensiva sería clave. En ese contexto, Schröder tendría que marcar el tempo y Alemania debería apostar por su circulación de balón para desgastar la defensa helena.

Alemania, a un paso de la historia

Sea cual sea el desenlace de la otra semifinal, lo cierto es que Alemania ya ha cumplido con creces al asegurarse otra medalla internacional. Pero este equipo, campeón del mundo, no se conforma. La EuroBasket es la pieza que falta para cerrar el círculo y convertirse en la gran potencia indiscutible del baloncesto actual.

El domingo en Riga no será solo una final: será el examen definitivo a la resiliencia, al talento y al hambre de un grupo que ha demostrado estar preparado para todo. El campeón del mundo quiere ahora también ser el campeón de Europa.

Alemania 98 (30+31+20+17): Schröeder (26), Obst (7), Wagner (22), Theis (10), Bonga (10) -cinco inicial-; Hollatz (0), Lo (2) , T. Da Silva (13), O. Da Silva (2), Kratzer (0) y Thiemann (6).

Finlandia 86 (26+21+26+13): Little (5), Jantunen (12), Valtonen (6),  Markkanen (16), Grandison (5) -cinco inicial-; Salin (0), Nkamhoua (21), Gustavson (0), Maxhuni (9), Muurinen (12).

Lugar: Riga, Arena Riga

Árbitros: ROSSO, Yohan (FRA), CONDE, Antonio (ESP), KREJIC, Boris (SLO)

Espectadores: 10.047

Fotografía de basketball-bund.de

Autor: Vicenç Ropero

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