Osobor pone la gasolina en la España de Chus Mateo
FEB
El nuevo seleccionador debuta con una trabajada victoria en Farum; el pívot, sensacional en su estreno, marca el pulso con energía y defensa.
La era de Chus Mateo se abrió en el Farum Arena con una victoria que no fue un paseo, pero sí dejó sensaciones ilusionantes. España venció a Dinamarca (64-74) en el estreno del nuevo seleccionador en un encuentro de las Ventanas FIBA rumbo al Mundial de Catar 2027 en el que la superioridad física y la intensidad, sobre todo en la pintura, terminaron marcando la diferencia.
La explosión de Osobor
Si hay una palabra para definir el impacto del encuentro esa es gasolina. Great Osobor —22 años, 2,03 m y una mezcla poderosa de fuerza y movilidad— salió del banco y dejó una tarjeta que resume su influencia: 12 puntos, 8 rebotes (3 ofensivos), dos recuperaciones y una energía que contagió al equipo en los momentos clave. Sus robos y salidas rápidas a campo abierto, junto con algún mate y un tapón, dieron aliento y calma cuando la selección vivió algún susto. La sensación es que España, además de anotar, recuperó un pulso físico que le permite competir incluso cuando el tiro no está fino.
Mateo arrancó con prudencia y con un planteamiento claro: experiencia en el quinteto inicial y abundantes rotaciones para probar combinaciones. El primer cinco fue el más veterano posible —Alberto Díaz, Jaime Fernández, Santi Yusta, Dani Díez y Fran Guerra— y, a partir de ahí, el técnico alternó sistemas con dos bases y distintas soluciones en el puesto de ‘5’. La idea era obvia: pocas sesiones de trabajo y muchas pruebas para calibrar a un bloque que comienza un ciclo nuevo.
Buen inicio
El partido tuvo fases bien marcadas. España salió sólida, dominando el rebote y aprovechando la lentitud del interior danés Larsen para correr y penetrar; a ese primer empuje contribuyeron las entradas a canasta y los reajustes defensivos. Al descanso el marcador reflejaba un colchón cómodo (33-45), construido sobre la intensidad en la zona —con Guerra y la presencia física de los interiores imponiendo su ley— y el acierto puntual de Jaime Fernández, autor de 15 puntos que sirvieron de faro ofensivo.
La segunda mitad, sin embargo, dejó a España fría en los primeros minutos: tardó en anotar, encajó trabajo defensivo y vio cómo Dinamarca recortaba. Fue entonces cuando emergieron los recursos que justifican la confianza de Mateo: máxima intensidad en el rebote, la aportación de Paulí en la defensa y, de nuevo, la chispa de Osobor en las transiciones. Un parcial de 0-9 devolvió la tranquilidad y llevó la diferencia hasta el +16 (38-54), circunstancia que permitió gestionar el choque hasta el final pese a los errores acumulados y a un último empujón de los locales.
Hubo sustos
No faltaron los sobresaltos. Dani Díez se torció un tobillo en la primera mitad al intentar salvar un balón y no volvió a jugar; Jaime Fernández también acabó tocado. Pese a eso, el conjunto respondió como bloque: las rotaciones —con sólo Oriol Paulí pasando de los 25 minutos— y la contribución coral sostuvieron el control cuando el partido se apretó. La lectura es clara: hay plantilla, hay compromiso y, sobre todo, hay manos jóvenes con vocación de competir.
Las palabras de Chus Mateo al término del partido fueron de emoción contenida y de agradecimiento: “Mi primer partido con la selección… Significa mucho”, dijo el técnico, que reconoció sentirse con “mariposas en el estómago” y que guardará esta concentración “siempre en el corazón”. Halagó la implicación del vestuario y valoró el sacrificio en el rebote y la defensa como ejes del triunfo. El baño de vestuario como celebración puso la guinda a una noche que supone el primer paso en un proceso que busca devolver ambición y solidez a un equipo que en las últimas citas no alcanzó las cotas esperadas.
Más allá de Osobor, el partido dejó apuntes significativos: Jaime Fernández, valiente en ataque y director cuando hizo falta; Oriol Paulí, en la labor sucia de la intendencia con 8+8; y la sensación de que la selección puede compaginar juventud y oficio. También afloraron aspectos a pulir: manejo del balón en fases de confianza, algunos tiros precipitados y la gestión de los minutos de jugadores que arrastran molestias. Georgia espera el domingo en una prueba más exigente —con figuras como Shermadini o Shengelia— que servirá para calibrar de verdad el alcance de esta España.
Hay margen de mejora
Para Osobor, el contraste entre su formación y su explosión es parte del relato: nacido en Tudela, con pasos por Inglaterra y la NCAA (Montana State, Utah State, Washington) y actualmente rindiendo en la Bundesliga con el Science City Jena, es la cara más rutilante de una generación que llega con hambre y sin complejos. Su perfil —pívot “pequeño” pero poderoso, móvil y capaz de cambiar en bloqueos— encaja con las demandas del baloncesto europeo moderno y ofrece a Mateo una herramienta física y versátil que, bien afinada, puede resultar decisiva en este nuevo ciclo.
Queda trabajo por delante y las Ventanas apenas comienzan. Pero la imagen que deja este estreno es esperanzadora: un entrenador que transmite calma y ambición, jugadores dispuestos a pelear cada balón y la emergencia de un interior que, si mantiene la progresión, puede convertirse en uno de los grandes descubrimientos del proyecto.
64 – Dinamarca (23+10+14+17): Jensen (20), Knudsen (11), Erkstrup (10), Larsen (4), Dibba (11) -cinco inicial-, Engelhardt, Pedersen (5), Heede-Andersen (3), Jukic, Klussmann.
74 – España (25+20+15+14): Díaz (6), Fernández (15), Díez (4), Yusta (10), Guerra (2) -cinco inicial-, Osobor (12), Cárdenas (6), Alonso (5), Paulí (8), Reyes, Almansa (4), Costa (2).
Árbitros: Martins Kozlovskis (Letonia), Michal Proc (Polonia) y Blaz Zupancic (Eslovenia). Sin eliminados.
Fotografía de FEB
Autor Vicenç Ropero

