Sensaciones de un novato de 54

¡Cuánta razón hay en decir que la edad es un número! Más que nada porque la edad no está en la distancia que distas de tu nacimiento, sino en la cabeza de uno, la pasión y las ganas de vivir haciendo cosas.

Y ayer se volvió a demostrar en mi persona. Porque aunque con algo de experiencia en esto de escribir, de deportes, o en hacer radio, véase tanto esta web como El Disonante, ayer volvió a ser un día grande para demostrarme la confianza que tengo en mí, también las limitaciones, que son muchas.

Y es que anoche a eso de las 20 horas comenzaba en Basket Pasión la primera emisión de un partido de baloncesto. En este caso era Cáceres vs Andorra. Y también este caso el que llevaba el peso de la transmisión era yo, Javier Romo Berlana, acompañado por un joven, Manuel Floriano, que se mostraba más tranquilo que yo. Bueno, eso era fácil.

Las mariposas revoloteaban por el estómago, como si fuera un quinceañero enamorado. Y quien me conoce sabe qué siento cuando hago esto. Pues me sigue invadiendo esa ilusión de aceptar el reto de aquello que sé que puedo hacer.

No hablo de prepotencia. Ni mucho menos. Hablo del convencimiento real de poder hacer algo. Con los pies en el suelo. Sin sueños pues ya el mismo evento se convierte en sueño realizado.

Entrar en el pabellón tres horas para que no te pille el toro. Ver cómo brilla un recién lavado parquet ante la penumbra de la falta de focos… Oler la soledad del deporte, respirar aire del que embriaga por lo que ha de venir… Llamadme romántico.

Montar todo el cableado que, comparado con los profesionales, lo mío es de risa. Intentar que no falle nada y entretanto ver al maestro de ceremonias, Roberto Blanco, mucho antes del partido, pisar la pista, solitario, en esa soledad deportiva que todos hemos deseado en algún momento e ir pensando qué y cómo va a suceder… eso lo viví ayer como un algo único en mi vida.

Tenía que surgir un problema para intentar entorpecer que todo saliera bien. Pues algo del sistema de software se desconfiguró. Pero una llamada a Teleporte y la exquisita atención de Fede dio solución inmediata a mi problema.

La trasmisión salió bastante bien. Bastantes fallos hubo por mi parte. La mayoría de ellos concentrados en no dar volumen en la mesa de sonido a las llamadas entrantes o no saber jugar sincrónicamente con la música que nos daba descanso a Manuel y  amí.

Pero como conclusión fue una experiencia viva de la que deseo se produzca ya una segunda vez porque esto es droga en vena.

Y toca dar las gracias pues aunque sea el técnico de sonido, el locutor y todo eso, yo solo no podría obtener el resultado que se tuvo.

Por ello gracias a José Yus que entró desde Madrid haciéndonos un resumen de lo que estaba siendo el partido del Estudiantes y, sí, en directo. Gracias a Álvaro Blanco que entró desde su casa para hacernos un pequeño resumen de cómo va esta extraordinaria Copa del Rey. Y también gracias a Dani Pérez por entrar desde Málaga en directo a contarnos cómo fue la sorpresa de vencer a un coloso como es el Barcelona, tras prórroga.

Ya veis. Se montó algo como cualquier tipo de carrusel deportivo. Imitando a esos que tanto envidiamos. Hablo más de los García o De la Morena, por ser un poco más de mi generación.

Gracias al club por concederme el permiso para usar sus instalaciones. Y gracias a Teleporte pues sin ellos esto no se hubiera podido perpetrar.

Tan bien quiero agradecer el exquisito trato y comportamiento conmigo de Iago Castro, segundo de a bordo de Roberto Blanco, al que le propuse subir a cabina para hacer el post partido. Y, aunque asfixiado por querer hacer pronta su presencia y que las escaleras matan, nos concedió la ilusión de tenerle en vivo allí, en nuestra primera vez.

Gracias también a Manuel. Digno reportero de cualquier tipo de acto deportivo vinculado con el baloncesto. Que en su corta edad dio lecciones de maestría. Y con el que volveré a repetir.

Gracias a mi incondicional fotógrafo y mejor amigo, David, que siempre está al quite, a cualquier tipo de detalle mínimo.

Toca seguir.

Javier Romo Berlana

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