Albacete Basket: Nada que reprochar. Volveremos.
Esto es un artículo de opinión más que una crónica. Son líneas que no quieres tener que escribir porque el descenso de Albacete Basket a LEB Plata es doloroso. Y lo es más que nada porque tienes la sensación de que la vida es a veces injusta, demasiadas veces diría yo. Si me he tomado unos días para escribir esto era para no hacerlo en caliente y tener el reposo necesario para que mis ideas se pudieran expresar con claridad.
El proyecto del Albacete Basket en LEB Oro ha durado una sola temporada. Pero lo que nos llevamos es la sensación de que se ha podido mirar a los ojos a todos y cada uno de los equipos que componen esta categoría, algunos de ellos con presupuestos estratosféricos con respecto al nuestro. El cuadro manchego ha sido un equipo incómodo y correoso, al que para vencer había que emplearse a fondo y sudar la camiseta hasta el último segundo. Al que la suerte se le ha negado en demasiadas jornadas, que ha sido esquiva y que el fiel de la balanza siempre se iba en contra. Demasiados girones que podrían haber justificado el desánimo y haber tirado la toalla, bajar lo brazos y dejarse llevar porque todo estaba perdido. Y no ha sido así.
Pero también hay que hacer examen de conciencia ya que de los errores se aprende. El verano del año pasado estuvo cargado de incertidumbres. Que el Albacete Basket saliera en LEB Oro se tuvo que demorar en demasía, bajo nuestro punto de vista, debido a que costó mucho conseguir los apoyos económicos e institucionales necesarios para ello, otros deportes no tienen que pasar por este calvario, lo que provocó que se saliera tarde al mercado y se tuviera, decisión para nada criticable, que confiar en gran parte de la plantilla que consiguió el ascenso la temporada pasada, muchos de ellos sin experiencia en LEB Oro. También, y no es un detalle menor, el fichaje estrella para el juego interior, Adam Pechacek, no resultó estar en las condiciones óptimas por lo que ni debutó. El agujero que dejó fue cubierto por el pívot que le tendría que haber dado rotación, Iván Aurrecoechea, un grande en todos los sentidos, que no hizo la pretemporada, y que ha tenido una gran carga de minutos llevando al límite sus condiciones físicas. Ni la incorporación de Dimakopoluos ni la ya tardía de Grytsak pudieron compensar estas carencias a lo que se añade que Santana y Víctor Ruiz han estado desacertados a pesar de su lucha incansable partido tras partido y de asumir jugar fuera de su posición natural.
Pero, según conversaciones mantenidas con personas cercanas a la plantilla, ha habido un problema más mental que físico. Los fallos en la selección de tiros de campo, la sangría de los tiros libres… Pero, sobre todo, lo más preocupante era la pérdida del control de los partidos, cómo especialmente en el tercer cuarto, los parciales eran tan pobres que ya la remontada, que siempre se intentaba, se convertía en algo quimérico. Se ha remado tanto para morir en la orilla que te ibas del pabellón con cara de no saber por dónde te ha venido el bofetón.
Pero lo más sangrante de todo es haber perdido partidos clave, los que se llaman de “tu liga”. Es de lo que más nos ha podido doler. Ha sido echar a perder la única oportunidad que tenías para salvarte y más cuando lo haces frente a una afición que ha llenado jornada tras jornada el Pabellón del Parque para apoyar al equipo. Pero es que tampoco se puede reprochar nada a una plantilla que se lo estaba dejando todo, que, es la realidad, estaba haciendo mucho más de lo que se podía esperar en la situación en la que estábamos.
Ha sido una temporada en la que se ha demostrado que hay una afición en Albacete a este maravilloso deporte lo suficientemente fiel y numerosa que se merece un equipo en LEB Oro. No ha habido silbidos y malas caras, muy al contrario, aplausos y gritos de ánimo a los jugadores en todo momento. No se han perdido los papeles ya que siempre se ha sido consciente de dónde estábamos. Y hemos disfrutado de un baloncesto como no se había visto en la pista albaceteña antes. Han pasado auténticos equipazos y jugadores espectaculares. No nos podemos quejar en este sentido.
Ahora toca reposar y asimilar el descenso. Pensar que este es un hasta luego y no un adiós. Porque Albacete por muchas razones se merece tener un equipo en la élite del baloncesto, porque LEB Oro es una categoría bestial. Hacer un proyecto, como así parece, para poder competir en LEB Plata con aspiraciones, pero también, este es mi consejo, con los pies en la tierra y sin querer correr antes de andar. Hay que ser conscientes que un descenso es algo traumático y que LEB Plata es una categoría muy complicada. No perdamos la cabeza y veamos que ascender de nuevo la temporada que viene es cosa hecha.
Pero también, y de esto debemos ser conscientes todos, hay que asentar una afición numerosa para que nuestro pabellón sea una plaza prácticamente inexpugnable. Un servidor, ha estado en partidos de LEB Plata, incluso en el año del ascenso, que había excesivos asientos vacíos. Es algo que debemos tomar en serio porque seguramente el equipo nos necesite más que nunca.
Para finalizar, agradecer a David Varela y a Rubén Córcoles todo su trabajo y entrega. Ha sido un año muy difícil para ellos al frente de los mandos técnicos. Agradecer a la directiva, con Jacinto Navarro como presidente y Pedro Torres como expresidente, todo el trabajo realizado para atraer aficionados e intentar confeccionar una buena plantilla a pesar de las circunstancias. Y, sobre todo, agradecer al baloncesto y a la vida una temporada como esta. Descendemos con la cabeza alta. Nada que reprochar y con la seguridad de que volveremos.