Orgullo y sangre fría

El baloncesto, como la vida, es una cuestión de carácter. Puedes tener talento, puedes tener físico, incluso puedes tener historia, pero si te falta arrestos para bajar al barro y morder en el momento justo, terminas siendo pasto de las estadísticas y las excusas. Hoy, en León, la selección española de baloncesto recordó precisamente eso. Se impuso a Bélgica (59-52) con más agallas que brillantez, con más defensa que espectáculo y con más determinación que acierto.

Era un partido que, en la fría teoría del calendario, apenas servía para cerrar la fase de clasificación del Eurobasket 2025 con el billete ya en el bolsillo. Pero el ADN de España no entiende de amistosos ni de trámites burocráticos. Y menos después del correctivo sufrido en Riga ante Letonia. Había que reivindicarse, ajustar cuentas y demostrar que este equipo, aunque joven, sigue teniendo colmillo.

Primer tiempo: un campo de minas

El primer tiempo fue un poema de horror para cualquier aficionado al juego ofensivo. Un partido de trincheras, de defensas pegajosas y de árbitros con la vista gorda ante el contacto. Bélgica, con la tranquilidad de saberse ya clasificada, arrancó con más frescura. Mwema (21 puntos) y Tumba (9 puntos y un buen puñado de rebotes) le dieron las primeras ventajas a los visitantes. España, mientras tanto, sufría en cada ataque como si estuviera abriendo camino en el desierto sin brújula.

Siete pérdidas en un abrir y cerrar de ojos. Un 25% de acierto en tiros de campo que haría llorar a cualquier aficionado exigente. Scariolo, con el ceño fruncido, vio cómo los suyos encadenaban error tras error en ataque mientras los belgas se aferraban a su físico y a la generosidad arbitral. Al descanso, el marcador era casi un chiste: 22-25.

Reacción con orgullo y futuro

Fue entonces cuando España tiró de eso que llaman oficio y que, en términos más castizos, se resume en dos palabras: sangre y orgullo. La defensa se cerró como un candado. Los rebotes, ese dolor de cabeza en el primer tiempo, empezaron a caer del lado español. El acierto belga, hasta entonces errático pero peligroso, se convirtió en un páramo desolado (6/37 en triples).

Con el sudor, también llegaron los puntos. Joel Parra sacó músculo, López-Arostegui apareció en los momentos calientes y la segunda unidad, con Saint–Supery y Hugo González, entendió que el partido se ganaba en el uno contra uno. Bélgica, que había sido un muro, empezó a resquebrajarse. El Palacio de los Deportes rugió como en sus mejores noches y Scariolo, que ya había discutido más de la cuenta con los árbitros, terminó expulsado con dos técnicas.

Para entonces, España ya tenía el partido en su mano. El último cuarto sirvió para asegurar el marcador con temple y asegurar la victoria con la lección aprendida: si no se puede jugar bonito, se juega con alma.

Al final, victoria trabajada, reivindicación del equipo joven y una certeza: España llegará al Eurobasket 2025 con el título en su mochila y con la necesidad de demostrar que este grupo, con sus luces y sombras, sigue siendo un equipo temible.

Porque si algo quedó claro en León es que, por muy retorcido que se ponga el camino, hay partidos que no se juegan: se ganan. Y España, como tantas veces, lo hizo.

FICHA TÉCNICA

59 – España (11+11+20+17): Rafa Villar (1), Xavi López-Aróstegui (13), Yusta (4), Parra (7), Almanza (5); Puerto (5), Mario Sant-Supery (5), Vila (2), Hugo González (9), Sergi Martínez (-), Guerrero (6), Salvó (2).

52- Bélgica (11+14+15+12): Buggenout (-), Schwartz (5), Mowema (21), Tumba (9), De Ridder (4); Ledegen (2), Meeusen (2), Van Vliet (5), Izaw (4), Buysse (-).

Árbitros: Julio Anaya (Panamá), Martin Horozov (Bulgaria) y Orhan Cagri Hekimoglu (Turquía). Sin eliminados. Sancionó con faltas técnicas a Scariolo (m. 34 y 38) y Mario Sant-Supery (m. 38) por España.

Foto: ‘X’ FEB.