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Dreamland Gran Canaria

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Dolomiti Energia Trento

Dreamland Gran Canaria

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Dolomiti Energia Trento

  • Q1
    31- 27
  • Q2
    13- 24
  • Q3
    15- 25
  • Q4
    17- 19

El Dolomiti Energia Trento arrasa a un Dreamland Gran Canaria inoperante.

Esta es una de esas noches en las que he tenido que respirar profundo muchas veces, antes de comenzar a redactar esta crónica. Si no lo hubiera hecho, lo que estaría a punto de escribir, no iba a ser bonito.

Eso no significa que lo que vayan a leer sea agradable, pero intentaré evitar soltar la cantidad de improperios, sapos, culebras y maldiciones varias que deseo, porque al final no conducen a nada bueno. Servirán para desahogarme pero eso no solucionará nuestros problemas ahora mismo.

Aviso para navegantes, esta no será una crónica al uso, no verán ni estadísticas, ni hablaré de cómo se desarrolló el partido, ni de la banda del pito (que menuda murga nos mandaron). Esto va a ser un tirón de orejas en toda regla, de los sentimientos encontrados que me produjeron presenciar el descalabro de esta noche y, al final, procuraré aportar una crítica constructiva. Al fin y al cabo, lo de dar “leña sin tino” sólo sirve para eso, para dar una zurra al prójimo pero que no tiene ningún fin si no aportamos algo bueno.

Lo primero de todo es cómo nos sentimos muchos esta noche en el Gran Canaria Arena. No exagero si digo que hacía muchísimo tiempo que no pasaba tanta vergüenza en el pabellón. Sinceramente, dolió muchísimo. La pasividad, la desidia, el pasotismo, la falta de orgullo, de coraje, de ganas, de actitud, de intensidad… Todo eso y más, ha dolido sobremanera. Ha sido muy duro ver al equipo arrastrarse por la pista y sí, el verbo perfecto es ese, arrastrar.

Defendimos al equipo cuando nos llevamos la del pulpo en Girona, seguimos defendiéndolo cuando tuvimos aquel “accidente” en Badalona. Continuamos dando la cara por el equipo cuando nos la pintaron de todos los colores en Murcia, cuando el Lenovo nos comió la tostada o cuando el Madrid nos dio la del calamar. Incluso apoyamos perder en Alemania porque era “necesario” para poner los pies en la tierra.

Pero ¿lo de esta noche? Esto ha sido la gota que ha colmado el vaso. La humillación gratuita que hemos recibido, no tiene parangón. Insisto, vergüenza propia y ajena, más que nada, porque hemos pasado más vergüenza nosotros que ellos. Esto ya no es un accidente o un mal día, esto ha sido otra cosa.

Sin cabeza, sin corazón y sin alma.

Así salió el equipo hoy a la pista, sin cabeza. No sé si porque estarían pensando en el Andorra, en la cena de Nochebuena o en el “pelete” (frío en canario), que hacía en 7 Palmas, pero está claro que los jugadores no tenían la cabeza en el partido contra los italianos. Lo demostraron en la pista, en la forma de jugar, en las decisiones que tomaban, en la falta de actitud y de aptitud, parecía que el tema no iba con ellos.

A esto le sumamos el jugar sin corazón. Puedes tener un mal día, un mal partido, ya saben, eso de “una mala tarde la tiene cualquiera” pero no poner corazón o entregarte al 100% aunque no te salgan las cosas, eso es injustificable e imperdonable. Pocos fueron quienes lo intentaron esta noche con todas sus fuerzas, pero el resto no acompañaba.

Y lo peor de todo es la sensación que dejaron, la de un equipo sin alma, que bajó los brazos cuando vinieron mal dadas, que se olvidó que los partidos se ganan compitiendo y que, si no ponen cabeza, corazón y alma en lo que están haciendo, no van a ninguna parte. Este equipo con esta actitud, no es el mío, no me representa, no es mi Gran Canaria.

Un equipo agotado

Esa fue otra de mis percepciones esta noche, que el equipo está agotado física y mentalmente, que la capacidad de reacción no es nuestro fuerte y eso, amigos míos, nos hace débiles.

Tan simple como esto, si el contrario aprieta y le pone todo lo que no pones tú, las ganas, la actitud y la competitividad, no sabemos reaccionar, nos acongojamos, nos frustramos y, para rematar, nos convertimos en una caricatura de lo que somos, de lo que fuimos. Terminamos siendo un mal chiste en la pista, vapuleados por un rival que se crece mientras nosotros nos hacemos pequeñitos, tan diminutos que nos convertimos en invisibles.

Y a pesar de todo esto, no fue lo que más me molestó esta noche. Lo que más me dolió, lo que me tocó la fibra, lo que hizo que mi cabreo se multiplicara hasta límites insospechados fue lo sucedido al final del partido. Que el equipo se fuera de la pista sin agradecer a los que estuvimos allí hasta el final, aguantando este bochorno, esta afrenta, está humillación, me pareció indignante.

Les puedo perdonar mil cosas pero el no dar la cara, la falta de valentía y humildad para reconocer el trabajo mal hecho, el huir al vestuario con cobardía faltando al respeto a los que les apoyamos, qué quieren que les diga, por ahí no paso y eso me va a costar perdonarlo. Así no. La marea amarilla no se merece este desprecio, este agravio. Ojalá en frío, piensen en ello y se disculpen. Ahora mismo, van tarde. El gesto fue deshonroso.  

Llega la Navidad, mírate esto


Reinventarse o morir

Dicho todo lo anterior, hay que centrarse en el futuro. Y el futuro inmediato dice que tenemos poco más de dos días para resetearnos y quitarnos este mal fario de encima. Debemos borrar estas malas sensaciones porque tenemos un partido transcendental el viernes.

Hay que reinventarse o morir en el intento, reforzarnos mental y físicamente para afrontar el desafío que tenemos en Andorra. Nos estamos jugando mucho. Sé que este equipo es capaz de hacer cosas grandes, pero tienen que querer y, sobre todo, creer en ello.

Hay que cambiar de actitud, anular esa mentalidad derrotista que tenemos ahora mismo. La afición puede animar más fuerte, gritar más fuerte, pero no podemos salir a la pista a meter las canastas, ni a defender el aro. Es importante que los jugadores vuelvan a creer en sí mismos, en el equipo, en sus posibilidades.

La conjura es que podemos ganarle a cualquiera si creemos en ello, si ponemos la intensidad, las ganas, las energías, si lo damos todo. Lakovic y el staff técnico van a tener un duro trabajo para recuperar al equipo después del varapalo sufrido, pero los veo más que capaces de conseguirlo. Hemos salido de situaciones peores así que, elijo confiar.

Por último, y no menos importante, es lo que quiero pedir a la marea amarilla. Sé que estamos desencantados, dolidos y, por qué no decirlo, cabreados a más no poder. Pero la única manera de revertir esta situación es si todos remamos para el mismo lado. Sé que es difícil, yo misma sigo envenenada con lo que ha pasado pero en el fondo, espero que a ustedes les pase como a mí.

Los jugadores, van y vienen. El cuerpo técnico, también, pero el amor por el Granca, permanece siempre. Usemos nuestro amor por estos colores, por este escudo, para dar nuestro apoyo. No podemos exigirle a los jugadores que “crean” si nosotros nos bajamos del barco. Vamos a darlo todo, entre todos, para lograr el objetivo. Hagamos que esto funcione. No significa que no sigamos enfadados, ni molestos, estamos en nuestro derecho pero yo elijo luchar.

Además, como dijo Mark Twain “El enojo es un ácido que puede hacer más daño al recipiente en el que se almacena, que a cualquier cosa en la que se vierte”.

76. Dreamland Gran Canaria (31+13+15+17): Kljajic (7), Albicy (2), Brussino (17), Pelos (4) y Happ (9) -quinteto titular-; Landesberg (8), Lammers (5), Salvó (4), Bassas (3), Shurna (3), Slaughter (3) y Prkacin (11).

98. Dolomiti Energia Trento (27+24+25+19): Stephens (2), Hubb (7), Biligha (10), Grazulis (23) y Baldwin (17) -quinteto titular-; Ellis (10), Alviti (-), Conti (-), Forray (10), Cooke Jr (8) , Niang (3) y Udom (8).

Foto obtenida de la página web del Dreamland Gran Canaria.

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