Baloncesto: bases sin asistencias
Quizás sea una osadía hablar o escribir de que el baloncesto se muere. O quizás, la nostalgia me haga recurrir a expresiones típicas como la de que este baloncesto ya no es como el que era antaño.
Y quizás no guste ésta, mi crítica, hacia la crisis tan brutal que solo locos como aficiones de Unicaja o Valladolid sean capaces de coger al toro por los cuernos y llenen pabellones como si de finales europeas se tratara.
Pero sí, ya son años para mí escribiendo de este deporte en el que crecí como jugador (malo, eso sí), entrenador y desde tiempo atrás como crítico redactor, ya fuera para Bkaball (Planeta Deporte) o ahora en Basket Pasión. Pero tengo argumentos para decir que este baloncesto muere. Que, por ejemplo, los bases no son los bases de otrora donde primaba el espectáculo.
Ya no hay bases como los de antaño.
Escribo crónicas de partidos, fichajes de jugadores a los que indago y leo sus estadísticas en las que los bases actuales mantienen sus asistencias casi sin despegar la línea del suelo… Y me da pena.
Y no es desmerecer a los actuales. ¡Dios me libre!
Es que ya que destaque alguno en esta faceta sería noticia de diarios y periódicos o de webs como la nuestra. Y he de reconocer que no todos cumplían en el aspecto de asistir a sus compañeros Mírese las estadísticas de un gran José Miguel Antúnez (1967), base no precisamente asistente cuya mejor temporada asistente la realizó en Francia, ya en su declive, donde su media fue de 4.6 asistencias en 10 partidos. O Rafa Jofresa, de los mejores directores, que no subió de las 3.4 asistencias por partido.
Y no pido que todos los actuales sean así pero un manco podría contar lo existentes en nuestras competiciones. ¿Dónde cayera ahora un Nacho Azofra? Poco asistentes pero con una continuidad anual de 4 por partido. O un Joe Llorente que en Andorra se disparaba su media a 7.3 en 31 partidos y se mantenía por el estilo en temporadas aledañas.
O el mismo Pablo Laso. Sí jóvenes, si Laso es el mejor entrenador actual, tendrían que verlo jugar. Porque eso era espectáculo. Con su pelo cortado en formato casco, o así lo recuerdo yo, que en Baskonia en la temporada 93/94 se disparaba a 9.3 asistencias en 27 partidos. Y mantenía tan solo un poquito por debajo esos números en el resto de sus temporadas.
Sí, quizás surja algún nombre actual, aunque lo dudo, pero de que cada uno que saliera ahora, yo pondría diez de los de antes.
Y de ahí mi osada afirmación de que el baloncesto se muere a velocidad terminal y nadie hace por recuperarlo.
Triste sino, triste futuro el de mi deporte favorito.
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