Crecer a hombre
Y así podíamos definir lo que le ocurre a uno de los jugadores de la plantilla. Un joven que ayer era niño y ya lo vemos contonearse en la LEB Oro como cualquier jugador de renombre. O como cualquier Dani Rodríguez en sus inicios.
Hablamos de Pablo Sánchez, también en el puesto de base. Y también, como el anterior nombrado, cuyo nombre podrá pasar desapercibido y seguro que no será así.
Pablo Sánchez es ese hombre linarense tan joven que pertenece a un ciento por ciento a este siglo, pues su hora de puesta a punto para esta vida se produce el 18 de octubre de 2002. Es decir, poco más de 20 años.
Viene de familia de baloncesto pues tanto su padre Carlos, como su madre Mar jugaron hasta hace poco (por su juventud) a este lindo deporte del balón naranja. Y tan solo hace falta cinco minutos de conversación con alguno de los tres para saber qué tipo de buena gente son.
Además en Basket Pasión hemos tenido la suerte de poder tratar directamente con los padres y lo podemos confirmar.
Con el 16 a la espalda con la responsabilidad de un Pau Gasol por poner un grato eejmplo.
Pablo llega al Cáceres Patrimonio de la Humanidad cedido desde el Unicaja Málaga, quien la temporada pasada lo derivó a Baloncesto Melilla.
Llegó como tercer base o así parecía. Tímido, tácito. Como no queriendo molestar. Pero los que sabemos de esto, entendíamos que si Málaga lo cedía, alguna razón había. Tanto que ha necesitado tan solo media temporada para dar el golpe en la mesa y decir: ¡Aquí estoy yo!
Tanto que en el último partido donde Cáceres sucumbe ante un poderoso HLA Alicante, Pablo destrona a todo un decano, Dani Rodríguez, del quinteto inicial.
¿Sorpresa? Ninguna. Ese tío va a despuntar en este deporte que tanto amamos. Este chaval con cabeza pensante de hombre jugará en ACB. Sí, ya ha jugado y en Europa. Pero nos referimos con continuidad.
Pero, ¡qué bello es verlo crecer! Y sobre todo que este crecimiento sea en una tierra tan bonita y en un club tan maravilloso como Cáceres.
Es una persona que no niega un saludo o un apretón de manos. Es un tío que esboza una sonrisa en un cruce con alguien. Es pura educación y es pura dedicación. Y goza de la confianza de su entrenador, Roberto Blanco.
La pena de todo esto es que, en su calidad de cedido, al final de temporada va a ser difícil retenerlo para la siguiente. Algún grande, ya sea su Unicaja de origen, o cualquier otro, me atrevería incluso a que los grandes sean los bicolores o el monocolor merengue, llamen a su puerta.
Y cuando todo ello pase, yo diré: creció en mi tierra.
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