diciembre 9, 2024

Cuando lo importante es lo importante

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Lo de la DANA en Valencia y sur de España no tiene nombre. No hay etiquetas ni trending topics que le hagan justicia a lo que están viviendo miles de personas en el levante y el sur de España, allá donde el agua no pide permiso, solo arrasa. No hay palabras para describir esa sensación de ver el agua llevándoselo todo: lo construido, los recuerdos, la normalidad. La vida cotidiana rota en mil pedazos.

En cada esquina hay una historia, aunque no salga en los telediarios. La DANA no diferencia. En un mismo instante un hogar entero puede convertirse en un refugio improvisado, donde el silencio entre los habitantes dice más que cualquier lamento. Y por las calles, en el lodo, se oye de fondo un murmullo de impotencia, el ruido de la desesperación contenida. Las lágrimas que se secan antes de caer porque no queda tiempo para sentir miedo. La gente de Valencia y del sur de España sabe bien lo que es ver la fuerza de la naturaleza de frente, sin cortinas ni avisos que valgan.

Y ahí están, como siempre, los de verdad. Hombres y mujeres que dejan sus propias vidas para lanzarse en busca de desaparecidos, gente que no duerme, ni come, ni respira, porque saben que el tiempo corre. Bomberos, sanitarios, voluntarios, que se adentran en aguas turbias y siguen remando, porque en estos momentos lo importante es eso. Ellos entienden que aquí no hay descanso posible. Ellos actúan, con las botas hundidas en el barro, con el cansancio escrito en el rostro, pero con el corazón firme.

Por otro lado, está la gente de a pie, que lo ha perdido todo, pero se resiste a perder la esperanza. Vecinos que se arremangan, que no preguntan, que ayudan a rescatar lo poco que queda de hogares inundados. Que miran a su alrededor y encuentran fuerzas donde no las hay para seguir adelante. Gente que demuestra, en cada acto, que el verdadero valor no se encuentra en palabras bonitas ni en discursos televisivos, sino en los gestos silenciosos, en la mano que ayuda a salir del agua, en el abrazo que dice más que cualquier frase. 

Porque cuando se pierde todo, lo importante se hace evidente: los lazos, la gente, el apoyo mutuo. Ahí es donde residen las raíces de una sociedad. En estos momentos, cuando la tierra y el agua se llevan lo que nos pertenece, nos aferramos a lo intangible: a esa voluntad que no se puede arrastrar. A la dignidad de levantarse en medio del caos, a la fuerza de seguir adelante con lo puesto.

Lo de la DANA no tiene nombre, y sin embargo hay algo profundo y silencioso en estos episodios. Algo que nos recuerda que, al final, lo importante es lo importante. Los vínculos que nos hacen humanos, la capacidad de aguantar la tormenta, de resistir y reconstruir.

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