La displicencia del eterno protagonista
He esperado tiempo para que las aguas se calmen. Así ha sido. No voy a hablar de la etapa tan preciosa que acaba de finalizar para mí pero si voy a hablar de un caso particular.
En todos estos meses además de las numerosas alegrías que me he llevado, también ha habido puntos muy negros. Gente que me ha vilipendiado, me ha atacado, y me ha querido humillar. Pero se han quedado en intentos. Eso sí, creo que tengo derecho a una defensa que no necesita ser justificada.
Si me miran andar por la calle voy con la cabeza muy alta. No hay motivo para lo contrario. Pero sí he sido objeto intencionado de manipulación pero como no he entrado al trapo, de ahí ese maltrato.
Me han querido echar a la afición encima, haciendo un pantallazo de un articulo que escribí aquí en Basket Pasión justo hace un año. Cuando gritaba la oportunidad de Alberto Blanco (desde aquí mi abrazo incondicional) de renovar y de ver cómo sería una temporada con él desde inicio (cierto es que no salió bien, pero te lo merecías).
Ahí acuso a la afición de mala. Alberto ha sido vejado y si me refiero a la afición no es a toda pero si ese pantallazo se saca de contexto pues la gente puede entender lo que quiera. Pero no me asusta.
Han intentado humillarme de manera privada. Alguien me mandó un mensaje acusándome de ser un mal jefe de prensa. Y yo me pregunto, ¿hay que estudiar carrera para llegar a esa conclusión?
Por cierto, contento estoy con mi trabajo hecho. Pero no cedí a que un club fuera la pista de lanzamiento de otro proyecto que tan solo tenía que basarse en animar.
Y es que hay gente que no sabe cómo invertir ese tanto tiempo libre del que disfruta. Pero no seré yo quien enjuicie los tiempos libres de cada uno.
Gente con ira que solo buscan en los demás un uso y un abuso. Gente que es una pena que no controle sus egos, porque realmente son creativos mal enfocados en vías de decir: “aquí estoy yo”.
Pero insisto que no seré yo quien diga una palabra más. Porque ya me enseñaron que si no quieres darle importancia a alguien no hables de él.
Trabajo hecho y reconocido por quien me tiene que reconocer y no por quien no fue capaz de controlarme.
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