mayo 20, 2024

¿Quién podría interferir en mis escritos donde adoro a mis ídolos? Seguro que nadie porque mis ídolos son ídolos míos, y todos tenemos el derecho a tener ídolos y a ensalzarlos cuando ello nos venga en gana. Y además hay que tener ídolos y que ellos sean nombrados en su plural.

Ídolos como Michelle Pfeiffer, Ed Harrison. O si nos acercamos más al mundo que nos une hablaría de Joan Plaza, Anna Montañana o Joxean Figueroa. Y si hablamos de los más íntimos, dejadme nombrar a mi padre, a mi madre o a mi hermana Estíbalitz.

Pero hoy quiero hablar de un ídolo terrenal y cercano. Pero no cercano por su distancia conmigo pues los dos moramos en la ciudad más bonita de España, Cáceres. Y es, como no podía ser otro: Roberto Blanco.

Ya escribí de él, pero lo que me gustaría que la gente entendiera que los ídolos no pasan de tiempo. Craso ejemplo el de mi ídolo Joxean Figueroa al cual conocí en un clinic en Málaga cuando la década de los 80 pasaba de su mitad. Y ahora él, disfrutando de su jubilación y teniendo cuidado que los achaques típicos de la edad no le impidan hacer vida normal (evidentemente desde aquí un abrazo).

Y tampoco necesitamos mucho tiempo de conocimiento. A veces el corto caminar que llevemos juntos ya nos hace coger la afinidad de idealizar a alguien, con las consecuencias de la definición de la expresión.

Roberto Blanco tiene un fallo garrafal. Y es que es muy transparente y eso supone los “hostiones” del camino, de esta vida llena de baches, o de gentes que no tienen otra cosa que hacer que cavar los baches para acentuar la pronta caída.

Pero esa transparencia, a humanos de vida errática nos convence y nos acerca a él, y si uno da un paso hacia él, él da dos hacia ti. Y eso mola.

No lo he dicho, pero Roberto Blanco es el entrenador del Cáceres Patrimonio de la Humanidad. Y camiseta no tiene, pero su fotografía debía colgar del techo de un mal llamado Multiusos cuando debía ser Palacio de los Deporte de Cáceres.

El arraigo del placentino con Cáceres es tan brutal que ya quisieran ex entrenadores ACB que han pasado por aquí sin pena ni gloria. Que han estado y se han ido. Han hecho su trabajo y fuera.

Roberto Blanco, para mí, está en la categoría de Martín Fariñas con quien me saqué, años ha, el titulo de entrenador.

Y para terminar, sólo decir que la vida deportiva va por etapas. Que, hoy estás aquí y mañana estarás allá, pero lo bueno es que estés. Que, yo y Basket Pasión hemos tenido la suerte de conocerte. Y que pasen los años que pasen, estemos donde la vida nos quiera llevar, tu seguirás siendo “mi ídolo”.

Gracias.

1 pensamiento sobre “Adorando ídolos

  1. Necesitamos más gente como Roberto Blanco, que no sólo llegan a un club a cumplir con su trabajo sino que se involucran en la ciudad, tienen trato directo con la gente, ya sean aficionados o no, que sienten las victorias y lloran las derrotas de corazón, no de palabra. Y, sobre todo, que SIEMPRE tienen una sonrisa para ti.
    Gracias Roberto, por ser tú mismo.

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