Barça y Negreira

Todos aquellos que me conocen saben el profundo asco que siento por todo lo que se mueve alrededor del mundo del fútbol.

No me refiero a los futbolistas o a aquellos aficionados que domingo tras domingo animan a su equipo como parte de su vida, como un rato para desconectar del estrés diario. Tampoco me refiero a esa saturación de noticias futboleras que día tras día nos machacan en cualquier medio de comunicación, robándole tiempo y protagonismo a otros deportes. No, tampoco a eso.

Hace unos años tuve el privilegio de ocupar el cargo de Director General de Deportes del Gobierno de Extremadura. Una gratificante experiencia, en la que se unen dos de las cosas que más me apasionan, por un lado la gestión y por el otro, el deporte. Tengo pendiente escribir un libro sobre esas experiencias. En aquella legislatura, la DGD tuvo que intervenir la federación de fútbol, una federación que arrastraba irregularidades desde hacía varias temporadas.

Durante aquella experiencia, pude “disfrutar” de las bondades que emanaban de ciertos personajes que tenían el fútbol como medio de trinque o como una forma que podía favorecer su modo de vida a costa
de los sufridos futbolistas o aficionados a los que me refería al comienzo de esta columna. Recuerdo aquella reunión en la que una persona, antes de empezar a tratar el tema por el que me había pedido reunión, me dijo como forma de presentación que él era una persona que “director, yo estoy más a la derecha que tú” o también que “a mí el fútbol me importa un huevo, pero me viene muy bien para mi empresa”. O aquella otra que, tranquilamente, me expetó “para que robe él, me lo quedo yo”. También, aquel club que me pidió reunión y cuando vamos a empezar, me encuentro a una señorita que dice que viene a negociar unas cosas que ya se habían tratado con este club y le habían sido denegadas. Ante mi
pregunta de quién era ella exactamente en el club, me contestó que era “una gatita que iba a convencerme de lo conveniente que era para todas las partes acceder a las peticiones de ese club”. Automáticamente, eché a la gatita de mi despacho con menos contemplaciones de las que tendría que tener ahora con los gatitos, después de esta polémica ley de bienestar animal, aprobada por el gobierno. Cuando llamé al presidente del club para pedirle explicaciones, me dijo que yo lo había interpretado mal, que aquella chica era su mano derecha y explicaba las cosas mejor que él. Nunca más volví a verla. O aquellos empresarios que me amenazaron con dejar caer su club y retirarlo de la competición a mitad
de temporada, si no se les patrocinaba con una cantidad mínima de dinero. Cumplieron su palabra, pero no recibieron un solo euro. He de decir que una amenaza como esta, de retirar el equipo de la competición con ésta ya empezada, también me la hizo un club de baloncesto, pero no llegaron a cumplirla, y no porque se cediera a sus presiones.

Años después de haber dejado el cargo, me comentaron que un conocido personaje del mundo del futbol extremeño me había puesto un detective, supongo que con la esperanza de poderme ver en alguna foto con compañeros suyos en alguna famosa fiesta organizadas al estilo del tito Berni.

Por ejemplos como estos que he vivido en primera persona o por noticias que aparecen semana tras semana en los medios, desde corrupción en los altos estamentos del, como decía un famoso presidente, furbo, a peleas entre hooligans, muchas con personas muertas de por medio o de amenazas a los jugadores de clubes contrarios o de tu propio club porque cualquier mindundi de medio pelo se cree con derecho a ello, porque cree que no amas a su club tanto como él, y si lo haces no lo demuestras en la
pista, etc. etc. hace que sienta ese asco por lo que se mueve alrededor de este maravilloso deporte.

Estos días estamos asistiendo al escandaloso caso del árbitro Negreira. Por curiosidad, me puse a investigar en internet quién era esta mente maravillosa que había mantenido al Barça cogido por sus testículos blaugranas y nunca, jamás, cuando se estaba llevando a cabo esta «¿extorsión?», disfrazada de asesoramiento, había sido denunciada por ningún árbitro o club de la época, no sé si porque se llevó en la más absoluta discreción, como un buen agente doble 00, antes de la deconstrucción a la quieren someterlo, o porque algunos clubes más estaban siendo “asesorados” por esta mente privilegiada. No se la cantidad que le sacó al Barça por su asesoramiento, creo que 7 millones, pero, lamentablemente, en esta España tan bonita que no está quedando, plena de corrupción en cualquiera de los ámbitos en los se rasca ligeramente, con un sistema que debería ser destruido y empezado de nuevo, la cantidad está siendo lo de menos. Mis queridos aficionados antibarça, lo que no pueden perdonar no es el dinero birlado por este jeta, sino que los trofeos conseguidos por el FC Barcelona en aquellos años no les sean retirados. Es lo mismo que cuando mis queridos aficionados antimadridistas piden que al Madrid le retiren las ligas que ganó con Franco, supongo que es porque el señor Paco bajaba al vestuario de los árbitros y les decía claramente quien tenía que ganar el partido. En fin.

No soy partidario de que al Barça se le descienda de categoría ni de que se le retiren los títulos ganados en esa época, salvo una clarísima prueba que no pueda ser ignorada, que no va a ser el caso. Me parecería injusto para los deportistas y para la afición culé. Por otro lado, tampoco a ningún club le interesa. Hay que tener en cuenta que si los clubes humildes se llevan más dinero por los derechos de TV o por taquillas extraordinarias es gracias a los dos grandes, y la falta de uno de ellos afectaría seriamente a su salud financiera, y eso a nadie le interesa. Eso sí, a los sinvergüenzas implicados se les debería crujir la costillá, al menos para la gente de a pie soñemos un semana más de que en este país la justicia es igual para todos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *