El legado perdido del baloncesto ruso
El baloncesto ruso, una potencia histórica en el panorama europeo, ha experimentado una transformación radical desde el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania en febrero de 2022. El 28 de ese mes, apenas cuatro días después del estallido de la guerra, la ECA (Euroleague Commercial Assets) tomó la decisión de suspender a los clubes rusos, como CSKA Moscú, Zenit San Petersburgo, Unics Kazán y Lokomotiv Kuban, de las competiciones europeas. Esta medida dejó a la Euroliga con solo 15 equipos, ajustando el formato para garantizar cierta paridad en la competición.
Una era dorada truncada
Antes de la suspensión, los equipos rusos se encontraban en uno de sus mejores momentos deportivos. El CSKA, liderado por Dimitris Itoudis, seguía siendo el gigante invencible de siempre, con su prestigio reforzado tras ganar la Euroliga en 2019. Zenit, bajo la dirección de Xavi Pascual, mostraba un nivel competitivo en ascenso, mientras que Unics Kazán sorprendía como una de las sensaciones de la temporada, impulsado por estrellas como Mario Hezonja y Lorenzo Brown. Sin embargo, la guerra cambió radicalmente el panorama, desatando una crisis sin precedentes en el baloncesto ruso.
El éxodo de jugadores extranjeros
Desde el inicio del conflicto, el éxodo de jugadores y entrenadores extranjeros marcó un antes y un después. Al menos 20 figuras internacionales abandonaron el país entre febrero y el verano de 2022. Algunos, como «Toko» Shengelia, Daniel Hackett o Gabriel Lundberg, salieron rápidamente, incluso enfrentándose a acusaciones de incumplimiento de contrato. Otros, como Joel Bolomboy y Marius Grigonis, completaron la temporada antes de buscar nuevos destinos.
La liga rusa, históricamente una de las más fuertes de Europa, tuvo que adaptarse a esta desbandada. Los clubes comenzaron a pagar sueldos por encima del mercado para atraer talento y buscaron el deporte como herramienta de propaganda. Sin embargo, el aislamiento internacional seguía pesando: los equipos permanecieron vetados de las competiciones europeas y la selección nacional quedó marginada.
Reconstrucción con recursos limitados
El verano posterior al conflicto fue especialmente duro para los grandes equipos rusos, que perdieron a sus principales estrellas. A pesar de ello, clubes como CSKA, Zenit y Unics lograron armar plantillas competitivas con jugadores menos conocidos o en busca de revivir sus carreras. CSKA, por ejemplo, mantuvo a Nikola Milutinov, quien dominó la temporada 2022-23 con actuaciones destacadas que le valieron el MVP de la liga regular. En el Zenit, Xavi Pascual apostó por nombres como Thomas Heurtel, a pesar de que su fichaje le costó el veto de la selección francesa.
Por su parte, Unics Kazán se alzó como campeón de la VTB en esa temporada, impulsado por Nenad Dimitrijevic, quien fue nombrado MVP de los playoffs. A pesar de sus esfuerzos, las negociaciones para el regreso de los equipos rusos a la Euroliga fracasaron, dejando a la VTB como único escenario para el baloncesto profesional en el país.
La nueva realidad del baloncesto ruso
En la temporada 2023-24, la tendencia se mantuvo. Aunque algunos jugadores internacionales seguían llegando atraídos por altos salarios, otros buscaban oportunidades en ligas más competitivas. Mientras tanto, los precios de las entradas se desplomaron, reflejando una realidad económica compleja. Un ejemplo notable es el derbi entre CSKA y MBA-MAI Moscú, donde las entradas más baratas costaban menos de un euro.
Además, la selección rusa enfrentó situaciones insólitas. En un torneo reciente, un equipo de «Colombia» resultó ser una suplantación, exponiendo el aislamiento y las dificultades para organizar competiciones internacionales legítimas.
Un futuro incierto
Aunque la liga VTB sigue contando con talentos destacados como Melo Trimble y Markell Johnson, el nivel general del baloncesto ruso continúa en declive. Jugadores como Dimitrijevic y Bojan Dubljevic han optado por regresar a ligas más competitivas, mientras que otros permanecen en Rusia, atraídos por los salarios. El desarrollo de nuevas estrellas locales se ha visto limitado por la falta de exposición internacional y la dificultad de medir su nivel real.
El baloncesto ruso, que alguna vez desafió la hegemonía americana en el deporte, ahora enfrenta un aislamiento que parece no tener fin. Mientras el conflicto y las sanciones persistan, el deporte en Rusia seguirá pagando un alto precio, perdiendo protagonismo en la escena internacional y alejándose de su glorioso pasado.