El más que probable principio del fin de lo absurdo
De todas las noticias de las que nos hemos podido hacer eco en Basket Pasión a lo largo de la última semana, sin duda una de las más importantes -si no la que más- es la del acuerdo al que han llegado la Euroliga y FIBA Europa para que la máxima competición de clubes y las “ventanas” de clasificación para los torneos de selecciones no se pisen durante la próxima temporada.
Acuerdo que se circunscribe únicamente para la campaña 23-24 pero que, por lo expresado en el comunicado conjunto, tiene visos de perdurar para los años venideros, lo que supondría el final de la que a buen seguro es la guerra más absurda de las que últimamente ha venido sufriendo nuestro querido deporte.
Una historia en la que lo más importante para la Euroliga y para la FIBA era, con perdón, ver quién la tenía más larga y establecer un combate de machitos -paradójico cuando la denominación de ambas organizaciones es de género femenino- en el que el gran perjudicado ha sido el baloncesto.
Y ojo, cuando hablo de perjuicio no lo digo porque se volviese al sistema de clasificación para los grandes campeonatos a través de liguillas previas. Eso es lo que se venía haciendo durante toda la vida hasta que hace unos cuantos años se estableció que las plazas no ya solo para los JJOO sino también para los campeonatos mundiales y europeos se darían por lo conseguido en el campeonato inmediatamente anterior.
Ello alivió bastante el ya de por sí cargado calendario, pero a cambio prácticamente impedía que las selecciones de países más modestos no ya optaran a meterse en alguno de los ya mencionados torneos, sino que pudiesen disputar partido oficial alguno. Es decir, quien suscribe entiende hasta cierto punto la lucha de la FIBA por recuperar las modernamente denominadas “ventanas de clasificación”.
El problema está en que todo ello se basó no solo en la recuperación de la justicia y el espíritu deportivo, sino a una rabieta de la FIBA al ver que la Euroliga, la máxima competición continental que organizaba la FIBA hasta el año 2000 y que luego -competición y nombre- le fue arrebatada por Euroleague Basketball -los clubes, para entendernos-; y también al comprobar que su recientemente creada Basketball Champions League -la Champions FIBA- no le hacía ni la más mínima sombra.
La pérdida de poder y de protagonismo de la FIBA en el baloncesto fuera de la NBA era notorio, y por ello el pulso absurdo que le echó a la Euroliga no tanto recuperando las “ventanas”, sino colocándolas en períodos en los que la Euroliga disputaba hasta dos jornadas semanales. Incluso llegando a amenazar inicialmente a los países con clubes en la Euroliga de la expulsión de los campeonatos internacionales si los equipos de la máxima competición de clubes no cedían a sus jugadores.
Y como a la Euroliga tampoco le daba la gana entrar en razón, nos hemos venido encontrando durante estos años con unas fases de clasificación en las que las principales naciones del basket europeo debían acudir con sus unidades B o C incluso. Algo con lo que a España no le ha ido precisamente mal, porque por suerte nuestro país dispone de una amplia cantidad de jugadores con calidad suficiente como para jugar en la élite, y que a algunos de ellos les ha servido para ir cogiendo experiencia internacional de cara a los Mundiales y a los Eurobasket.
Pero el perjuicio para el baloncesto ha sido notorio. En lo deportivo, para una FIBA que ha visto cómo sus “ventanas”, sumando al ya sempiterno veto de la NBA el de la Euroliga, no han tenido visibilidad alguna más allá de los países más modestos al no poder contar con los mejores jugadores, o con aquellos que compiten en clubes europeos. Y en el tema de imagen, para una Euroliga que, en vez de entrar en razón y pasar a negociar, decidió seguirle el juego a la FIBA.
Ahora ambas se sientan y ya han encontrado una solución para la próxima temporada, en la que habrá una única ventana de clasificación en febrero, cuando la Euroliga parará una semana más de lo que solía ser habitual para ellos. Teniendo en cuenta que hasta que no haya un definitivo armisticio aquí uno no se fía de ninguna de ellas, parece que el principio del fin de lo absurdo lo tenemos ya aquí.
(IMAGEN: LA SELECCIÓN ESPAÑOLA EN UNA DE LAS “VENTANAS” DE 2020. AS.COM)