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La primera pregunta que se harán mucho es ¿quién soy yo para escribir con tanta autoridad? Y quizás no sea nadie, millones de personas entienden más de deportes que este humilde “pseudo García” que se atreve a opinar y escribir. Quizás se me pueda definir como un emprendedor altruista y por ello exista Basket Pasión.

¿Por qué elegí el baloncesto?

Pues porque de pequeño siempre me pareció un deporte de caballeros, donde los jugadores se divierten jugando, haciendo su trabajo, y los aficionados disfrutan del disfrute de los jugadores.

He vivido el baloncesto en toda plenitud. He sido jugador (sí, de los malos), entrenador y de alguna manera crítico deportivo. Soy raro en el deporte pues en fútbol me declaro culé (nunca fanático) y en baloncesto del Real Madrid, pero primero del Estudiantes. He vivido y convivido de pleno este deporte que me vuelve a emocionar por culpa de aquellos que se acercan a mí.

Elegí ese título por comparar sin ser mi intención la de caer en la comparación, porque el otro día, a causa del mundial de fútbol, leo aterrorizado: chico muerto en la celebración por el pase de Francia a la final. Y la noticia se toma como normal, tanto que en una radio de “tirada” nacional lo calificaba como “solo un fallecido”.

Y no es el primer ni único fallecido en altercados futboleros. Se podría hacer una lista interminable y más si pasamos a detenidos, etc.

Y es que parece normal.

Ahora que la final está apunto de jugarse, se da una situación de odio brutal. Yo, primero que nada, no creo que vea la final. No juega España, luego para mí pierde toda prioridad.

Escuchas a culés ir a favor de Argentina, no porque juegue Messi, sino por el odio contracto a los jugadores blancos que juegan con la francesa. Por contrario, en los madridistas se decantan por lado de los galos obviando insultos y maldiciones al líder del equipo franco por no fichar y hacer lo que hizo con el Real Madrid. Apoyan a esos francófonos por el mero hecho que en el otro lado está Messi.

Es más, yo he perdido “pseudo” amigos por redes sociales por declararme partidario del equipo culé.

Y me gusta el fútbol.

Por eso digo alto y claro, que el baloncesto es un DEPORTE DE CABALLEROS. Que no provoca violencia o si esta existe es extintamente puntual. El baloncesto lo que provoca es rivalidad que dura desde que el árbitro pita el principio hasta que el árbitro pita el final. Y lo que sucede se denomina rivalidad.

Es gozoso ver antes de un partido como jugadores de los tuyos hablan dinámicamente con los contrarios, amigos. Pero la amistad se convierte en rivalidad al toque del silbato inicial.

Yo he visto aficionados abroncando en un pabellón a alguien que en voz alta usara un insulto sea a los árbitros, jugadores o afición contraria. Esa afición determina cuál es el significado de SER CABALLEROS.

Recuerdo la final de la Copa del Rey de baloncesto de 1997 en León. El Cáceres se enfrentó al Joventut de Badalona casi sin esperanzas de ganar. La gran masa de los aficionados estaban cada uno en su bloque. Pero también buena parte de ellos estaban mezclados por los asientos del pabellón “leonino”.

Yo me senté al lado de una pareja aficionada del Joventud. Al descanso Cáceres, increíblemente ganaba por bastante. No recuerdo cuánto. Pero los gritos de apoyo a esos dos equipos ensordecían cualquier palabra emitida. Al final ganó Joventut pero media hora después, el pabellón seguía lleno y los de Joventut alentaban a gritos a Cáceres con un “Cáceres, Cáceres. A lo que los cacereños respondíamos en sentido contrario.

Hubo abrazos donde no se distinguían colores. Donde jamás hubo odios, aunque sí una rivalidad de 40 minutos.

Y de estos ejemplos… miles. Por eso me quedo con un deporte de caballeros.

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