Mini basket : ¿formar o ganar?

Reflexiones de un padre.
Desde la perspectiva de un padre con dos hijos jugadores de baloncesto, hoy uno en categoría profesional y otro en categoría Alevín, me planteo esta dicotomía basada en mi experiencia como padre dentro del mundo del baloncesto benjamín, alevín e infantil, no así en el baloncesto profesional el cual funciona evidentemente con otras reglas, pero al que muchos niños sueñan cuando empiezan.
Teniendo en cuenta que solo 1 de cada 1000 jugadores que empiezan en este deporte llegan a ligas profesionales (LEB y ACB) y que 4 de cada 5 abandonan el deporte antes de los 18 años, es de suponer que la dificultad de llegar a la elite es sumamente complicada, y, dados estos resultados, parece que las circunstancias a las que sometemos a los niños quizás no sean las más formativas.
Por lo tanto, sería adecuado en primer lugar recomendar a nuestros hijos que den al menos la misma prioridad a los estudios que al deporte, ya que nadie les podrá asegurar que podrán vivir del baloncesto.
Observo clubes en la categoría mini-basket obsesionados en ganar partidos, buscar niños avanzados biológica y antropométricamente hablando, incluso algunos “con exceso de kilos”, para que ocupen sitio en “la zona”, sin importarles tanto sea su salud, coordinación, sus fundamentos o incluso hasta sus valores deportivos. Las federaciones se ofrecen con el llamativo letrero de “podrás entrar en la Selección” a niños, padres y clubes que buscan la gloria del “día de Mini” (Final four), para así hacerse un nombre en los primeros puestos y servir de reclamo a una “Marca”, aumentando así sus ingresos económicos a base de licencias federativas.
A todos nos gusta ganar, pero en el mini basket el hecho de ganar solo favorece económicamente a los clubs, cubre la vanidad de algunos directivos y alimenta en los niños el deseo competitivo y el reforzamiento inmediato del premio, retrasando así otros factores más importantes que ganar la competición, como son la formación técnica, reducir los egos, el espíritu de sacrificio, aceptar la frustración o aprender a perder, entre otros.
En definitiva, con este concepto del “resultadismo” en edades tempranas ¿realmente ayudamos a los niños a formarse? Las impresiones de los profesionales del baloncesto publicadas en “Factores que determinan el proceso de formación del jugador de baloncesto», apuntan hacia esta dirección y ven numerosos inconvenientes en la formación del jugador mini que se le prepara para ganar. La mayoría de estos niños que hoy destacan en categorías de benjamines, alevines o infantiles en pocos años terminan desapareciendo de las primeras listas del panorama deportivo y algunos dejando el baloncesto. ¿Mucha presión? ¿Demasiados elogios? ¿Padres “infladores de éxito” ?, ¿Quizás que el desarrollo físico y biológico le llega a toda tarde o temprano, y que, a partir de aquí, igual que cambia la altura de la canasta, el peso del balón y la complejidad del juego, también cambian los tamaños, alturas y “las cabezas” de los jugadores acostumbrados a ganar siempre? Recuerdo en una entrevista en el programa “El hormiguero” al seleccionador español de futbol Luis de la Fuente, cuando le preguntan qué tiene que tener un jugador para llegar a lo más alto, haciendo referencia a la cantidad de niños y jovencitos que eran muy buenos y no llegaron. Luis de la Fuente decía “hacen falta 1000 cosas para llegar arriba, y a lo mejor te fallan solo 100, pero con esas ya es suficiente para no alcanzar estos objetivos de estar en la élite”.
Efectivamente, el talento y el esfuerzo se dan por descontado que un jugador lo debe tener. La altura en el baloncesto ayuda, pero (dentro de unos parámetros) no es un elemento básico para triunfar en el baloncesto. Jugadores como Nate Robinson con 175 cm, Facundo Campazzo 180 cm o Stephen Curry con 188 cm, son algunos de los muchos ejemplos en los que la altura a veces no es tan determinante. Aunque es verdad que al “pequeño” siempre se le va a exigir tener más condiciones o más talento, ya que debes convertirte en uno de esos llamados “jugones”.
En cualquier caso, tampoco se ve muy formativo que a un niño grande o alto se le forme con posiciones de interior o a jugar en la zona, cuando aún no sabe botar un balón o le faltan muchos fundamentos del baloncesto. Pero claro, el equipo tiene que ganar y necesita meter puntos debajo del aro y ¿qué mejor que un niño sea alto o grande , para que ocupe espacio y pueda encestar?. Al final ese niño que era grande o alto con 10 años quizás no lo sea tanto con 18 y se habrá perdido una formación fundamental para desarrollar un buen jugador, hoy en día en el baloncesto profesional se buscan pivots coordinados, atletas con buenos fundamentos técnicos.
¿Entonces cuáles son esas variables que hacen que un jugador pueda llegar a la élite?
Los profesionales del Basket mencionan algunas, que algunos de estos clubes “Ganadores de Minibasket” parecen no tenerlas demasiado en cuenta: Como ya hemos dicho el talento es obvio, pero además hay que ser buen compañero, solidario, humilde, jugador de equipo , disciplinado, trabajador, ambicioso en mejorar, resistente a la frustración, saber encajar las derrotas , “mirar al siguiente escalón y no al final de la escalera”, madurar mentalmente antes de tiempo, entre otras cientos de cosas y por supuesto, que las lesiones le permitan avanzar y tener ese punto de SUERTE que en todos los deportes se necesita. La Suerte es donde confluyen el talento, el trabajo y la oportunidad, por eso la suerte hay que buscarla (Dra Rojas).
Por lo tanto, buscar resultados deportivos en categorías mini e infantiles parece un camino equivocado para obtener una buena formación. Nuestros hijos deben estar en clubes donde mande la formación técnica y la preparación personal y física sobre los resultados. Ser el primero de la liga en estas categorías es un éxito para el club y en muchos casos una derrota para la formación de un niño. Si el niño tiene mucho talento, es muy grande o simplemente ha desarrollado más que la mayoría, debe comprender que todo eso que siente es producto quizás de un proceso o una etapa y debe aprender a contrarrestar los factores negativos de un éxito temprano. Y el jugador que no ha desarrollado o que simplemente todavía no está para ganar, no se le debería someter a presiones, restarle minutos de juego o golpearle en su autoestima, y sobre todo en su creatividad. El concepto de jugador con proyección debería cuidarse con esmero y dedicación y el “resultadismo” de los clubes muchas veces lo impide.
Es labor de padres hacer que nuestros hijos entiendan lo que necesitan deportivamente hablando, haciéndoles ver que meter más puntos no es lo más importante, que las asistencias, los rebotes o los robos de balón, la lucha y los llamados intangibles (aprender a dar buenos pases, la circulación de balón, las buenas defensas) son tan importante o más en estas edades. Dar un pase a tu compañero mejor colocado, vale más que buscar tu propia canasta, esto último es difícil de entender para un niño y debe ser enseñado desde el prisma de la formación y no de la competición.
Me estremece ver a padres de alevines e infantiles comprobar las estadísticas del partido de sus hijos en aplicaciones, donde encima solo les ponen los puntos que meten, cuando a veces sería más interesante trasmitirles valores educativos y deportivos de respeto a sus compañeros, al rival, al árbitro o a las aficiones rivales.
Mi humilde consejo de un aficionado al baloncesto con emociones filiales involucradas, es que, si tienen un hijo/a con talento o proyección, es bueno ponerse en manos de clubes y entrenadores de Mini basket que busquen estos conceptos, donde el formar prevalezca sobre el ganar y donde nuestras vanidades o frustraciones personales como padres sean controladas y canalizadas a favor de ellos y no de nosotros.
Padres entrenadores que “entrenan” a sus hijos, que menosprecian al entrenador o al árbitro y que gritan en la grada son muy perjudiciales para el desarrollo deportivo y personal del niño, pero a su vez los clubes resultadistas también deberían contribuir a no tratar a los niños como meros utensilios para obtener su propia reputación como club.
Sabemos que es muy difícil decir NO a una llamada de un alevín o infantil de un Real Madrid o un Barcelona entre otros, pero quizás debemos preguntarnos si nuestro hijo está preparado para ir a un club donde la van exigir “estar hecho” antes de tiempo, tanto en maduración psíquica como biológica o de cerciorarse que lo que no quieren es solo aprovecharse de su gran envergadura actual y luego un “ya veremos…”
Pensemos ¿Cuántos niños de la cantera de estos grandes clubes llegaron a las categorías superiores, o incluso cuántos niños de estos clubes llegaron finalmente al baloncesto profesional? Con la incorporación principalmente de europeos, africanos y estadunidenses en los mercados profesionales
(solo hay +- 20% de españoles en ACB, +- 30% en Leb oro y un +- 40% en Leb plata) la cosa se complica para tener un hueco en el panorama Español, no así en Francia por ejemplo, donde se favorece el mercado galo.
En definitiva, centrándome solo en el seno del mini basket, hago una reflexión sobre la importancia de la formación sobre la selección y en buscar para nuestros hijos clubes de formación y buenos entrenadores con experiencia (lo más importante), que les den todo lo que necesitan para proyectar así lo mejor de su persona y de su baloncesto.
Foto de www.redesdeportivasonline.com
Autor: Nacho Sierra
