El evangelio según San Luka

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articulo luka apaisada

Si les gusta el baloncesto y no han estado viviendo en un refugio en medio de la nada sin contacto con el mundo desde el pasado 2 de febrero, sabrán que en esa fecha tuvo lugar el traspaso más importante de la historia moderna de la NBA ( por no decir de todos los tiempos) y que tenía como resultado que el hijo amado de la ciudad de Dallas; Luka Doncic fuera a parar a los Los Ángeles Lakers.

Desde entonces, se han escrito miles de líneas, se han llenado horas de programas de radio y podcast, y como no, se han elaborado miles de teorías conspirativas intentando arrojar luz sobre los motivos que llevaron a la franquicia tejana a acometer la senda de la autodestrucción y de la creación de una brecha irreparable con sus aficionados que al fin y al cabo son los que pagan. 

La vuelta del hijo pródigo

Tras dos meses desde su marcha, ayer día 9 de abril, a eso de las 18.30 hora local (1.30am peninsulares del día 10) el esloveno regresaba a la que fue su casa por primera vez vestido de púrpura y oro. La emoción era patente, latente e incluso apelmazaba el ambiente, incluso desde la salida de Luka al calentamiento, era un día distinto y todos lo sabían. El mismo Lebron dijo que tenían que estar cerca de su compañero  porque iba a ser un partido tremendamente duro en lo emocional para él.

Justo antes del salto inicial, en el video marcador del American Airlines Center aparecía un montaje con momentos de Doncic vistiendo la camiseta “Aventurera”. La catarsis fue instantánea: 20 mil almas, veinte mil gargantas coreando al unísono el nombre de su hijo pródigo. Mientras tanto en el banquillo rival, ese que los aficionados de los Mavericks consideran que nunca debió ocupar, Luka intentaba contener las lágrimas sin éxito y se veía forzado a usar una toalla como pañuelo. En la presentación , el natural de Liubliana sintió el calor en forma de abrazos de todo el roster angelino. 

Ahora tocaba saltar a la cancha y parecía que lo estaba haciendo el Cripto Arena de L.A cada acción que realizaba era aplaudida por los fanáticos, cada triple levantaba un sin mar de aplausos y cada punto les daba una excusa a los presentes para gritar el mantra que traían preparados de casa: “Fire Nico” ( despidan a Nico) en referencia el principal culpable de esta situación Nico Harrison, jefe de operaciones  de baloncesto de los tejanos que contemplaba el panorama desde su ubicación habitual próxima al túnel de vestuario.

Lo más impresionante fue el final. Cuando Luka, realizó ( a propósito ) su última falta ,y se encaminó al banquillo el pabellón estalló como nunca antes he visto para ovacionar a un jugador que aunque ahora mismo sea rival,  todo el universo Mavericks fuera de la organización considera como propio y víctima de los delirios de grandeza de un tercero.

Y todo esto, ¿A qué viene?

Leyendo hoy al gran Kike García ,referente en España de los Mavs y seguidor acérrimo de la franquicia, se me ocurrió que las circunstancias aconteciadas con Doncic, daban para hacer una pequeña reflexión sobre como afectan las decisiones que toman los clubs/franquicias en la vida de sus aficionados.

Decía Kike en su articulo, que el baloncesto ( y el deporte en general ) es mucho mas que un hobbie, es aquello que te hace salir de tu rutina por algunas horas y liberarte de tus miserias diarias.  Pero, ¿Qué ocurre cuando el club de tus amores te defrauda y esa decepción va más allá de lo deportivo, atenta contra unos valores y una cultura que has hecho tuya de alguna u otra manera? Pues que la sensación de vacío, de rabia e impotencia generada no se te va de la cabeza en muchos días, afectando de una manera consciente o inconsciente en tu cotidianidad.

Cuando Kike acudió al podcast Minímo de Veterano,  Pepe Rodríguez le comunico a García:

 “Sabes que cada vez que Luka juegue contra Dallas les va a meter 45, puede que no juegue en todo el mes pero ese partido sí y sospecho que ni dolería”.

 Un profeta, el amigo Pepe, puesto que ayer se demostró que no dolía,es más se festejaba por ser la confirmación latente del error tremendo cometido. Pero volviendo a esa sensación el final de aquel programa la ilustra perfectamente, decía Rodríguez:  

“Mañana saldrá el sol, pero lo hará con Doncic en los Lakers, así que no sé si servirá que salga”.

 Es el epítome de lo que nos ocurre cuando algo nos rompe por dentro de una manera inesperada, la desgana por lo que nos traiga el mañana. Si, ya se que suena exagerado, que nadie va a dejar de hacer sus rutinas por un equipo deportivo, pero posiblemente en los primeros días las hagan con un poco más de tristeza por sentirse traicionados con algo que esperaban fuese de otra manera.

Dos meses han pasado desde aquel 2 de febrero, dos meses en los que los aficionados del los Mavs guardaron su rabia por la traición, para dejar bien claro de que parte, 60 días para ver las que alguien que nunca se quiso ir de su casa nos dejase  imágenes llenas de  emoción  y que al contrario que en la parábola el hijo perdonase al padre, bueno no, el hijo que es Luka Doncic, podrá perdonar a la familia de Dallas,  que le ha demostrado que sigue siendo la suya, pero jamás perdonará al padre que lo alejó de ella simplemente por pura soberbia.

Imagen: Creación de Guillermo García

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