febrero 17, 2025

Llorarle a la vida por un hasta luego

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Por partidos así amamos el baloncesto. Gracias, Arturo, gracias equipo(1)

Son etapas que se cierran. Que te llegaron un día, 7 meses atrás, y las agarras fuerte para no dejarlas escapar. Etapas que te permiten coincidir con aquellos que a los que visitaste puntualmente y te trataron de manera exquisita.

Y te das cuenta que esos puntuales encuentros anuales no fueron coincidencia sino fruto de que allí en Zamora hay un grupo maravilloso humano, compuesto de jugadoras, cuerpo técnico, directiva y allegados que poseen magia en su interior. Magia que traspasan corazones que enganchan.

Y no hablo de una sola persona, aunque hay tratado más con unos que con otros. Hablo de su conjunto. Hablo de acercarme a uno y preguntar o pedir un algo, una entrevista o tan simple como que me acrediten para un partido o para otro.

Hablo del detalle: “Javi, no te vayas que nos tomamos algo”. Bajar y estar con todos vosotros. ¡Joder, lo que mola!

Hablo del permiso recibido para hacer un post partido, o cualquiera de las entrevistas hechas, a Adrijana (que la tendré siempre en mi corazón), al “educado portugués” (emulando al título de la película “el paciente inglés”, que jamás vi), a Bea Sánchez de la que me sorprendió su cercanía y su bondad conmigo, o a la última que me enamoró, esa joven alemana que tiene por sonrisa la nobleza, Sarah Polleros.

Y me voy con la pena de no haber podido entrevistar al resto, porque todas valen más que los diamantes.

Hablo de Zoe o de Estel a quien he pedido un post partido y la respuesta siempre fue un sí acompañado con sonrisa. O de pedirle a ésta última una foto con ella y concedérmela, lo mismo que con Bea o con Sara Castro. O hasta incluso de que el grupo me haya permitido hacerme una foto con todas.

Hablo hasta de la última en conocer. Sara, esa belleza que lleva redes con la que tuve una maravillosa conversación.

Hablo de toda esa gente que ya no son desconocidos. Ya pasan a ser mi familia zamorana y me da igual que hayan nacido en Zamora, Alemania, Serbia, Terrasa, Canarias o hasta en la misma Conchinchina.

El último partido para mí fue especial, no solo por la victoria, que te hace sentirte bien, sino porque sería mi último partido como asiduo asistente a un Ángel Nieto que enamora.

Hoy lloro a la escritura de todo esto, lo mismo que el sábado lloraba en la vuelta en coche a Figueruela de Arriba. No me pude despedir de todos pero lo hice de quien pude. Estreché manos y di abrazos. Tiré de mi verborrea poética pero el momento superaba mis palabras.

Chicos y chicas. No sé dónde nos llevará la vida, no sé dónde nos llevará el baloncesto, pero estéis donde estéis el día de mañana, sois mi familia.

Sé que tan solo es un lacrimoso hasta luego. Pero creedme que me va a doler ver los partidos por la televisión. Y sé que nos veremos. Nos veremos seguro (lo juro desde aquí) el día que haya partido para ascender a esa Liga Femenina Endesa que merecéis.

Además tendremos un proyecto común que ya os dirán.

Y no me quiero extender más. Tan solo daros las gracias por haberme tratado como jamás merecí.

Sois la puta hostia. ¡Gracias!

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