Mítico “Cáceres cebe”
“¡Hostia Toni, el Cáceres ha ascendido a ACB! Jordi Freixanet ha metido una canasta en el último segundo”. Era el 10 de mayo de 1992. El sueño de cualquier aficionado extremeño al baloncesto. Yo estaba jugando entonces en el Magia de Huesca de Bryan Jackson y Granger Hall, dos americanos míticos de la ACB. Desde entonces, no se cuántas veces he podido ver esas imágenes de Jordi metiendo la canasta y la gente invadiendo la pista. Como diría un cursi “se me pone el cutis de ave”.
Con un equipo hecho a trompicones, con un magnífico trabajo por parte de un grupo de amantes del baloncesto cuyas caras más conocidas eran Jesús Blanco, José María Bermejo y el “maestro” Martín Fariña, carismático dónde los haya y, creo, injustamente cortado en la primera temporada ACB. Pero eso es otro tema.
Así empezó un sueño en la élite del baloncesto que duró 11 temporadas.
A esa histórica plantilla que consiguió el ascenso, con Jiri Okac y Gabi Abrines, o el ya citado Freixanet como piezas importantes, la fueron sustituyendo otras con jugadores cacereños como Miguel Ángel Reyes, el “Gran Capitán” Enrique Fernández, o quién está escribiendo estas líneas. Por el Cáceres pasaron jugadores nacionales de primerísimo nivel como Jordi Soler, Santi Abad, Pepe Arcega o Jose Antonio Paraíso, por nombrar a alguno. La lista de americanos es difícil de superar. Americanos que cuando les llegaba la oferta del Cáceres, lo primero que preguntaban es “¿Dónde está Cáceres?” y lo segundo “¿Tiene Corte Inglés?”. Después de conocer Cáceres y su afición, no querían irse. Green, Sky Walker, Kevin Pritchard, Rod Seller, Nebosa Ilic, Bazarevich, Teo Alibegovic, Mike Ansley, Dyron Nix, etc, etc. Entrenadores tan carismáticos como Manolo Flores o Manel Comás. Y no podemos olvidarnos de los tapados de los clubes, el personal que hace que los jugadores no tengan que preocupare de nada, salvo de darlo todo en la pista. Susi Pérez Caro, Juanjo Rubio, Marcos Maynar, “Sarra”, Dómine, Juan Luis Morán o Felipe Fernández, y el entrañable y querido Tomás Pérez. Toda esta gran familia, en el sentido más literal posible de la palabra, hizo que disfrutáramos de once temporadas en lo más alto.
Primero fue el ascenso, luego vino la entrada en Europa o la copa del rey de León a la que se desplazaron dos mil cacereños.
La segunda temporada ACB se empezó mal, pero se acabaron ganando 12 o 13 partidos seguidos y se culminó con el premio de jugar liga europea en la que se llegó hasta semifinales.
Luego vino la tristemente recordada final de la Copa del Rey en León. El Cáceres llegó a ir ganando hasta de 17 puntos hasta que un “desaforado” Xavi Crespo comenzó a meter triples como si no existiera un mañana. Una final que perdió el Cáceres.
Cada quince días, esos partidos en casa eran todo un acontecimiento. En el pabellón “V Centenario”, improvisado para ACB, se juntaban todos los partidos 5000 personas que no solo venían de distintos puntos de Extremadura, también de fuera. Entre esas personas había alguna que gritaba “gol” cuando había una canasta. El Cáceres arrastraba a gente de todo tipo y aficiones. A esos fines de semana de fiesta del deporte se le sumaba la fiesta que había en la Plaza Mayor y no era raro ver a jugadores del Atlético de Madrid que aprovechaban muy bien su escapada a Cáceres, viendo el partido y relajándose después tomando algúna “Mirinda” en los míticos bares cacereños de la Plaza.
Fue una bonita época de la ciudad, recordada, y hasta mitificada por muchos.
Pero como casi todo lo que sube, baja.
Mucha gente dejó de valorar lo que teníamos. El esfuerzo que suponía tener un equipo en la élite eran inmenso. La asistencia a los partidos empezó a decaer, la añorada Caja de Extremadura dejó de patrocinar al equipo y también, dicen los más supersticiosos,” la maldición del pabellón nuevo”, maldición que antes ya había alcanzado a Lugo, Girona, Huesca y, en cierta manera, el Barça con su ida al pabellón San Jordi y vuelta atrás al Palau. Las últimas temporadas se iba tirando como se podía, y gracias al traspaso de Paraíso al Pamesa Valencia se pudo apurar un poco más. Así se sobrevivió algunas temporadas hasta que tristemente el Cáceres Club Baloncesto desapareció.
Pero a los cacereños nadie nos quitará el orgullo de haber sido un equipo respetado en España y Europa que hizo que el Real Madrid o el Barça besaran la lona, no solo en nuestra cancha también en la suya, que viéramos el debut del mejor jugador español de todos los tiempos Pau Gasol, o aquellas imágenes por televisión de un Sasha Djordjevic impotente arrojando sus coderas al suelo en la semifinal de la Copa del Rey en las que el Barça quedó fuera.
Ahora la esperanza está en el Cáceres Ciudad del Baloncesto, club creado un tiempo después de la desaparición del Cáceres C.B. y que, al escribir estas líneas, está pendiente del quinto partido contra el Força Lleida en el que se juega el pase a semifinales para luchar por el ascenso a ACB.
¡Mucha suerte!