¿Quieres jugar conmigo? Pues paga
Volvemos con la segunda parte de nuestro análisis financiero de las competiciones
Lo prometido es deuda. Y, cómo somos como los Lannisters, volvemos a la carga con el tema del poderoso caballero: Don Dinero. Como recordaréis, en la primera parte hablábamos de la precaria situación económica de algunos clubs y sus consecuencias. Comentamos las obligaciones federativas y cómo éstas pisaban el cuello de las entidades. Hoy vamos a continuar contando cuánto cuesta sacar un equipo, en las diferentes categorías federativas. Daremos también algunos ejemplos de presupuestos de clubs para algunas de estas competiciones. Vaya por delante que, investigando un poco, nos hemos topado con alguna sorpresilla; por ejemplo, la diferencia entre las cuotas de inscripción de la LF2 y la EBA (tercera FEB). Parece que ser mujer es más caro que ser hombre, si comparamos ambas inscripciones. A continuación los datos que nos han sorprendido: Si usted, querido amante del baloncesto feminino, quiere apostar por él y poner su pasta en un club de LF2, la “broma” le va a salir por unos 26.000 € antes de diligenciar cualquier ficha. Es decir, a esta cantidad, hay que sumarle el coste de inscripción de las jugadoras, sueldos y desplazamientos (todos los datos que daremos a partir de ahora cumplen esta norma). Por contra, si usted quiere hacer lo mismo en un equipo de la tercera FEB, le costará 15.000 €. Estas diferencias complican mucho la promoción del baloncesto feminino. Sin embargo, también es cierto que los sueldos no tienen nada que ver. Los clubs de EBA pagan a sus jugadores top hasta 1400 €; mientras que la LF2 es, prácticamente, una liga amateur donde entran en juego otro tipo de compensaciones económicas (pagos de estudios, vivienda, entre otros).
Tras descubrir estas diferencias, hemos seguido buceando hacia las profundidades de los montos de las demás ligas, para ver si la historia se repetía. Y no, no se repite. Siguiendo con la equivalencia entre ligas masculinas y femeninas, nos encontramos que, entre la LFC y la segunda FEB, la diferencia que hay no es abismal. Prácticamente, tomando en cuenta todos los factores, ambas salen en unos 70.000 € antes que ningún jugador o jugadora comience a “picar” la pelotita. Podríamos pensar que esto es un ejemplo de igualdad y de equidad pero nos estaríamos engañando. El número de abonados, la cantidad de asistentes a los partidos, las dificultades para conseguir patrocinio, y la diferencias entre los presupuestos de equipos de ambas ligas, tienen como consecuencia que tener un equipo LFC con frecuencia resulta una misión imposible. No quiere decir esto que las entidades embarcadas en proyectos de segunda FEB lo tengan regalado. Estos también se las ven y se las desean para tener cierta viabilidad económica.
Ahora el palo gordo: Estas categorías que hemos citado, se supone que son amateur o semi-profesionales. Pero el rey y la reina nos están esperando; nos referimos a la LFE y a la primera FEB. En el caso de la LFE, sólo la exigencia federativa se eleva a unos 90.000 €. ¿Cuán complicado puede resultar alcanzar esa cifra? Es una incógnita, pero está claro que es una lucha titánica en el baloncesto femenino. La estrella en dejarse los cuartos a priori, es la primera FEB. Llamar “burrada” a lo que los clubes tienen que poner por delante, es un eufemismo grosero. El dato les puede tumbar de la silla, así que agárrense bien: participar en la máxima categoría del baloncesto masculino español, representa un gasto federativo de 225.000 €; sin saber qué ocurrirá en la temporada porque se nos han quebrado todas las bolas de cristal. Volviendo a la norma anterior, en la que especificamos que no hemos incluído gastos adicionales como desplazamiento y fichaje, ahondaremos en lo que realmente se dejan los participantes.
Algunos ejemplos presupuestarios
Antes de empezar, haremos un descargo: La mayoría de presupuestos de los clubs no se hacen públicos, lo cuál nos hace más complicado encontrar cifras veraces de estos clubs, exceptuando los de primera FEB de la campaña anterior. Tampoco hay que ser matemático o físico cuántico, para poder hacer una aproximación realista de las inversiones en LF2, tercera FEB, LFC, segunda FEB, y en liga femenina endesa. Tomando como referencia estos factores, podemos deducir que el presupuesto total de un equipo de LF2, de media tabla ronda los 80.000 €; y que uno de EBA, de las mismas circunstancias, se puede ir a unos 100.000 €. Por la experiencia de los últimos años, sabemos que la horquilla presupuestaria de los equipos de segunda FEB van desde unos 200.000 € a los 400.000 € (presupuesto que tenía Clavijo en la 22-23). No le debe andar a la saga la inversión necesaria para tener un equipo competitivo en LFC. Teniendo en cuenta que los sueldos son más bajos, podríamos encontrarnos con unos presupuestos entre 100.000 y 200.000 €, siendo conservadores. Si vamos a las dos categorías superiores, un equipo de liga femenina endesa que quiera quedarse en la categoría profesional, con todo lo que ello implica (seguridad social, etc…) debería rondar los 200/400.000 €. Hasta aquí, los datos especulativos, fruto de nuestra intuición guiada por nuestra experiencia en el ámbito. Pasemos a los hechos puros y duros: la horquilla de los clubes de primera federación va desde los 650.000 € del Cáceres CB, al 1.700.000 € del Valladolid. En nuestra opinión, un lastre económico que tiende a ahorcar a quién quiere competir. Evidentemente, aquellos que cuenten con un patrocinador sólido, con ayudas de las instituciones, y con una masa societaria mayor, tienen una clara ventaja. Esto ha pasado toda la vida. El problema no está arriba, sino que está abajo, en las competiciones no profesionales, donde la dificultad de tener esos tres ítems es una losa tremendamente pesada. Todos estos factores, derivan en que no siempre querer sea poder. La frustración, el dolor, y los quebraderos de cabeza, que sufren los directivos solo los saben ellos. Entendemos que hay gastos imprescindibles pero, se debería intentar reducirlos de alguna manera (al menos en lo que a la federación respecta). La viabilidad del baloncesto está pendiendo de un hilo.
¿Quién sabe si el señor Don Dinero llegará a cortarlo alguna vez?
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