Alianzas de micrófonos

Y la verdad que no es la primera vez que escribo al respecto y sobre la misma persona, quizás por el vínculo común que nos une: una pelota de color naranja. Y grito desde aquí la pena que siento por su pena, valga la redundancia, y si pudiera ayudarle en algo me ofrecería con una sonrisa y con la humildad que creo que tengo.
Pero parece que solo nos preocupa la salud mental de “estos famosos” que ya tienen su vida resuelta. Y, por Dios, que no se me entienda mal. Porque en el caso al que me remito su fama ha sido ganada a pulso, con un trabajo y un esfuerzo que pocos podrían entender. Pero son pocos los casos así y este lo es.
La pérdida de un ser querido es algo insufrible, algo eternamente duro, algo que ni tan siquiera el tiempo cura. Pero es ley de vida que, por desgracia, nacemos para morir. Y así ha de ser y será.
Pero algo con lo que no estoy de acuerdo es con el uso de las alianzas de micrófonos, consciente o inconscientemente. A este gran hombre se le ha muerto su madre y su dolor tiene que ser brutal.
Y supongo que este artículo será malentendido por muchos, atacado por varios y yo insultado por los menos. Pero parece que nos dé más pena pesares y óbitos de los que salgan en televisión que ahora llamen a la “salud mental” como tema importante en nuestras vidas.
Tío, te acompaño en el sentimiento. Te lo juro. Y lloro por ti porque sé lo que es perder a una madre. Es más, sé lo que es perder a una madre y a un padre allá en la veintena. Y lo sé porque yo lo sufrí en tiempos donde no había ningún tipo de esas ayudas actuales. Los perdí cuando mi vida no estaba hecha, y tampoco tenía ganas de hacerla por la protección que ellos me daban (mal hecho por mí).
Tanto así que no tuve tiempo en pensar en mi salud mental, porque me preocupaba más mi supervivencia en cualquier condición de salud que cualquier otra cosa. Y tuve que emigrar por cambiar, por crecer y por sobrevivir.
Pero yo, terrestre de los de a pie, sin recursos, no tenía micrófono donde gritar mi dolor, ni respuesta que dijera: pobre, ¡que dolor! Yo no tuve tiempo a parar en mi vida.
Y no lo digo porque yo reclame mi portada, sino por los millones que sufren, han sufrido y sufrirán sin poder tener un micrófono donde llorar y poder encontrar miles o millones de hombros donde hacer justo eso: llorar.
Ya te digo yo que tu dolor no pasará y que la vida sigue. Que volverás a reír y sonreír. Y que en tus recuerdos volverás a llorar como lo hago yo treinta años más tarde. Que el tiempo no lo cura, pero forja personalidades. Que si es tu primera pérdida, llegarán más. No por deseo de nadie sino por ley de vida. Y que algunos ya tenemos casi más ausencias que presencias y seguimos en la lucha de nuestras vidas en silencio, sin micrófonos que sientan nuestro dolor.
La vida es esto.
E insisto que no es contra ti. Que como amante del deporte de la canasta sufro tu dolor, como cuando le ha tocado a otros muchos famosos (Fernando Martín, Lalo García, Manel Comas y un largo etcétera que acelera la lista con el pasar de los días)
Un abrazo y cuida tu salud física y mental. Y si lo ves oportuno, regresa y haznos vibrar. Esta vela es por tu madre.

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