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Y permíteme la osadía de que este inútil pseudo escritor se atreva a entrar en tu grupo de amigos. No te voy a hablar de este mal trago que estás pasando, porque no es mi intención. Sí te digo que ayer tuviste esa despedida multitudinaria como te mereces, como los toreros de antaño, por la puerta grande, exceptuando el lado triste de la historia.

Te conocí desde la distancia cuando yo moraba en tierras donde la bebida típica es la “cervecita” y tan solo sabía de ti lo que las radios y televisiones nos dejaban conocer. Roberto Blanco, entrenador del Cáceres Patrimonio de la Humanidad. Un gran desconocido.

Y la vida me cambió, y en muy poco tiempo decidí volver a mi Cáceres natal, a mis cimientos vitales, a vivir mi nostalgia infantil décadas después… Y me invitaron a ir a un Cáceres vs Granada dónde nos jugábamos el estar en playoffs y ellos no se jugaban nada.

E hiciste que volviera a enamorarme del baloncesto. Nostalgias de aquellos años que recordaba en el San Pablo (Sevilla) de la mano de Planeta Deporte, intentando ser un redactor.

Nostalgias y un comentario de un amigo a mi frase “tengo mono de estar ahí abajo, en zona de prensa”, la cual fue: “si no estás ahí la temporada que viene es porque no quieres”

Y se creó Basket Pasión

Y tú eres muy culpable de todo este proyecto. De que hoy esté aquí escribiéndote, adulándote, admirándote…

Para quien no te conozca ya digo que eres de las mejores personas que me haya cruzado en el mundo del baloncesto. Eres la plena sonrisa y la plena educación. Mi Martín Fariñas, mi Joxean Figueroa de la actualidad. Y esto no es la primera vez que me lo lees.

Ha sido bonito volver a estar enamorado del baloncesto, asistir con ilusión a tus ruedas de prensa… esos choques de mano arrimando el hombro… Créeme que para mí son sensaciones que me emocionan en un diario.

Has tenido momentos buenos. Y también malos. En los primeros jamás te exaltaste, jamás perdiste la compostura. Y en los segundos… tampoco.

Tu trato. Exquisito. Reflejo de una exquisita educación recibida. Es que, no es que yo te quiera. Es que Cáceres, todo Cáceres, te tiene que querer por cojones. Humilde, jamás presumido.

Estos días se habla de ti por tu final de etapa con el Cáceres Patrimonio de la Humanidad. No en Cáceres, sino en todo España. Y se habla con dolor y con pena. Pero, tío, que todo España hable de ti, tiene que tener su parte de orgullo que seas conversación en Galicia entre bastidores, en Madrid, en Cataluña…

No voy a extenderme mucho más porque al final se te subirá a la cabeza que realmente eres un profesional como la copa de un pino y que eres todavía mejor persona. Eres de esos que no tienen enemigos ni en la cancha ni fuera de la cancha. Eres de los que suma.

Yo me quedo triste, porque las conversaciones van aminorar por la situación. Pero estoy orgulloso de poder gritarle al mundo:

Yo he conocido a Roberto Blanco

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